Con una cuchara de aluminio, llenó Marcial hasta el borde, dos soberbios pocillos de greda y ante la complaciente mirada de Simón, aún humeantes, los dispuso en la mesa junto a una panera con crujientes marraquetas. Se ubicaron de frente y en recogido silencio, se alimentaron.
-Soy abogado don Marcial -reflexionó Simón, una vez que hubo dado cuenta del plato- y se me abren innumerables opciones de futuro. Estoy optimista de mi trabajo en el ámbito de la justicia; estoy complacido de compensar los sacrificios de mi madre; y le confieso además, que en el plano del amor estoy ilusionado, pero no diré más… por ahora. Aunque es extraño, porque en vez de estar contento, me noto preocupado…
-Eres una persona alegre Simón- tomó la palabra que quedó vibrando en la estancia. A tu edad, yo también lo era, pero anodino, el mundo me despertó. Si no quieres perder la alegría, no intentes cambiarlo. ¡Acéptalo tal cual es! Usa tu fuerza para oponerte a la injusticia, pero… de igual forma que huye de ti tu sombra, no te afanes por atrapar lo inalcanzable, y… Acoge este consejo: nunca te enamores ¡De nada, ni de nadie! Porque el verdadero amor ¡El único que posee real valor! Te esclaviza, y te confina en un pozo de melancólicas arenas, sin liberarte jamás.
-Es que… ¡Sueño con enamorarme!… del trabajo; de la política; de una mujer… Creo que solo en la pasión del amor hallaré felicidad.
-¡Cierto Simón! El amor es lo único valioso, pero… he aprendido a quererte, y el placer del amor, efímero como todo lo bello, exige siempre el pago de un estipendio proporcional al goce recibido. Si supieras como sufro en la noche, cuando, evadido entre el opio de la vigilia y el sueño, mi pierna se desliza estéril, buscándola entre sábanas de marmórea frialdad.
-Me impresiona oírlo hablar así…
-Ha sido penoso, y me ha hecho tanta falta. Sin ella, he debido ver lo que no pensé que vería. Primero, el estallido social, con gente quemando iglesias, algo solo imaginado en escenas de la Guerra Civil Española. Luego, vino la pandemia, y estupefacto, contemplé como el mundo era puesto de rodillas por un bicho invisible. Ahora, cuando la mujer veía recuperar su dignidad, observo en Kabul, la ignominiosa conducta del mundo. ¡Sin ella! Sin su consuelo insustituible, único bálsamo capaz de explicarme el sentido de la inacabada estupidez humana.
-¡No se olvide de la historia don Marcial! -lo acosó impiadoso. ¿No hubo en el siglo pasado la mayor cantidad de muertes por guerras? ¿No se arrojaron dos bombas atómicas en Japón sobre población indefensa?
-Es verdad Simón, pero eran imágenes tan lejanas que asemejaban ficción y que al llegar con atraso, engañaban tal vez mi conciencia.
Tratando de sacarlo del mutismo en que pereció hundirse el viejo, Simón, luego de un incómodo silencio, le cambió el tema.
-¿Qué piensa de la Constituyente? -recibió Marcial con dureza la pregunta, pero después de una breve cavilación, respondió con ironía.
-Su Presidenta dijo: No soy Mandela para frenar la violencia. Así, se restó a cualquier proceso integrador. ¡No, Simón! Eso no pasa de ser un engaño. El reflejo de nuestra incapacidad por encarar los problemas ¡Yo voté por el rechazo! Y los hechos me darán la razón. El país estalló, pero… la solución era buscar en lo existente; insistir en lo exitoso y reparar lo errado ¿Puede ser algo tan malo como para partir de cero? O… ¿Se trataba de destruir el símbolo que el resentimiento había instalado en tantos?
-¡Más optimismo don Marcial! Habrá respeto y acabará el abuso.
-El abuso entre los hombres no se acaba jamás ¡Cándido! No se acabará, tal vez cambie de manos. ¿Supiste del veto a un Constituyente? Excluir, no es propio de un sistema democrático –Ha dicho un expresidente. ¿Entiendes? La Convención Constituyente adopta prácticas ajenas a la democracia. En la dictadura Simón, leía una revista contraria al régimen, en cuya editorial venía una cita: Estoy en completo desacuerdo con tus ideas pero daría con gusto mi vida por defender tu derecho a expresarlas. Cito otro ejemplo de intolerancia: en un punto, la Comisión de Ética de la Convención establece sancionar el negacionismo, es decir, la negación de lo real, definido como la acción u omisión que justifica, niega o glorifica delitos de lesa humanidad en la dictadura ¿Se conculca de esa forma la libre expresión de las ideas? Y la inconsistencia: se lo restringe al signo de la ideología.
-¡Es cierto! Ciertos excesos no me representan- aceptó Simón, echándolo a la broma y redireccionando el tema- dígame, como ingeniero ¿Cuál será el impacto de un cuarto retiro de las AFP?
-¡Esa es una medida absurda Simón! Propiciada por políticos populistas en período de elecciones, y amparada por un gobierno débil, sin carácter. La aprovecharán los que aún tienen fondos; y quienes retiraron todo, deberán soportar el recalentamiento de la economía por el retiro de los afiliados de mayores ingresos; que expandirá el consumo, con un impacto negativo en la actividad y el empleo, elevando la inflación y las tasa de interés. ¡Pésima medida! Lo dicen todos los especialistas, y si le añades el IFE… La ayuda debe orientarse a quienes la necesitan. Lo único que se conseguirá será dejar sin fondos a miles de personas que no sé de lo que van a vivir cuando jubilen. ¡Es gastar lo que no se tiene! Pésima forma de activar la economía. Voy a citar un ejemplo: Cuando empieces a trabajar, te llegarán propuestas del Banco; te ofrecerán, por tu juventud y cargo, préstamos para comprar bienes que ni siquiera habías soñado; y seducido, despertarán en ti, atractivas necesidades que te harán dudar; y es posible que con los días la presión aumente, y te lleve a concluir que requieres de alguna de las tantas cosas que el dinero puede comprar, y que en tu mente pasarán a ser una necesidad; y acudirás al Banco, donde te atenderá una señorita educada y graciosa, de la que hasta llegarás a enamorarte; y sin preguntar demasiado para no pecar de impertinente, firmarás el pagaré; y te habrás condenado, porque cada mes sacarán una mascada de tu sueldo; y pobre de ti si llegas a perder el trabajo porque no podrás pagar; y de un suácate: ¡Has pasado a ser esclavo del trabajo! Perderlo -si eres responsable- significará padecer angustia ante la imposibilidad de pagar el dividendo.
-¡Entonces, eliminemos los Bancos!- ironizó el joven.-No, no te burles, no significa eso, solo quiero decir que si vas a pedir algo, piénsalo bien, y hazlo cuando determines la urgente necesidad de hacerlo, o responsablemente, cuando realmente lo necesites.
Tibios rayos de sol se reproducían en el cristal de la ventana, ingresando al cuarto diminutos rayos tornasolados que acariciaban la mano que parecía un valle surcado por verdes ríos, mientras su dueño reposaba adormilado, y Simón, recordando el propósito de su visita, interrumpió su paz.
-¿Recibió usted esta carta?- dijo extrayéndola del interior de su chaqueta.
-¡Ah, sí!- reaccionó el viejo espabilado, y la rechazo de plano.
-¿Porqué? ¡Analicémosla!- contradijo Simón su mirada contrariada.