Oh I'm just counting

Editorial Cambio21: La ultra derecha y sus ataques al nuevo proceso constitucional

Foto: Reunión en el Congreso con grupos de ultra derecha y pinochetistas. Asistió el diputado Rivas y terminó con violencia

A más de 45 días del plebiscito de salida se ha instalado un diálogo político formal, con la presencia del gobierno, para definir las características del nuevo proceso constitucional incluido sus límites o bordes como se ha llamado. 

Este diálogo institucionalizado está siendo cuestionado por la ultraderecha que no parece querer una nueva Constitución y aboga para que la clase política y gubernamental se dedique a resolver los problemas de seguridad y los económicos generados por la alta inflación y nulo crecimiento que muestran diversas encuestas.

La ultra derecha insiste vía J. A. Kast y los diputados del partido Republicano que el tema de la nueva Constitución no es prioridad para la sociedad chilena y que el resultado del plebiscito -en su lectura- revela que la mayoría no quiere cambios constitucionales. Con su narrativa anti partidos Kast busca dinamitar cualquier posibilidad de acuerdo constitucional y hacer fracasar a la política institucional en la búsqueda de caminos para reiniciar el proceso constitucional.

 La ultraderecha está trabajando por hacer fracasar el reinicio del camino a una nueva Constitución e insistirá en su narrativa patriotera, xenófoba, anti-partidos, al cual con un cortoplacismo se unen figuras políticas del mundo tradicional buscando conectar con esos electores que desconfían de la política. Incluso se alienta “una mesa paralela al diálogo constituyente” donde aparecen figuras ligada al pinochetismo y un ex convicto acusado de homicidio que dan tristes espectáculos peleándose en reuniones organizadas en el Congreso por estos parlamentarios encabezados por un senador pro RN que coquetea con los ultraderechistas.

 Estamos como país en un momento crucial pero complejo. A pesar del fracaso de la ex Convención se mantiene vigente la demanda por una nueva Constitución, que se respondan a las urgencias sociales con transformaciones viables políticamente.

Recientes encuestas ratifican esto y señalan por ejemplo que 71% está de acuerdo “con que Chile necesita una nueva Constitución” y que para el 66% es un tema “muy o bastante prioritario” lo que revela que la continuidad del proceso constitucional es una demanda social transversal donde hay sectores del Apruebo y del Rechazo. Esa porción mayoritaria del país quiere acuerdos, sabe que eso nacerá del diálogo político donde hayan mayorías políticas y sociales, que exige que los distintos sectores piensen primero en Chile y no en sus perfiles partidarios o en sus aspiraciones individuales de perfilarse para la carrera presidencial.

Ese sentimiento ciudadano mayoritario quiere otros liderazgos, que busquen consensos, que dialoguen entre distintos y construyan bases comunes de una nueva Constitución, que salgan de la narrativa descalificadora que han reinstalado la ultraderecha con los PDG/Parisi.

El Gobierno sigue groggy después de su estrepitoso fracaso del 4 de septiembre, vive sus tensiones internas entre las dos coaliciones que lo forman, sin transitar fluidamente hacia una nueva conducción política de Tohá-Uriarte, lo que quedó reflejado en los dimes y diretes sobre el TPP11, que fue aprobado en Senado con votos oficialistas, pero que el Gobierno no apurará su ratificación -abriendo nuevos conflictos con Congreso-.

Crisis interna que puede reabrirse con el posible fracaso del acuerdo administrativo para la Presidencia de la Cámara que se votará a inicios del mes de noviembre.

En la centroizquierda se debilitan los partidos políticos y empiezan a fortalecerse coordinaciones políticas desde el Parlamento que ponen foco en una agenda que apunte a dar urgencia a las respuestas ante la crisis económica que se avecina con el bajo crecimiento, la alta inflación y las altas tasas fijadas por el Banco Central.

La derecha tradicional (UDI,RN y Evopolis) que sacó cuentas alegres en los primeros días del post plebiscito ve con preocupación que Republicanos y el PDG/Parisi empiezan a poner posiciones que tienen alta adhesión en las encuestas -nuevamente revalorizadas- y así han terminado por incomodar a la derecha tradicional en su posicionamiento de “administrador” de 62% del Rechazo.

Se han reinstalado las incertezas, se requiere que los liderazgos políticos -que estuvieron por el rechazo y el acuerdo- se jueguen por construir acuerdos para reiniciar la ruta constitucional, pero ellos deben ser transparentes y participativos, de tal manera que la ciudadanía tenga claridad sobre la hoja de ruta que nos saque del estancamiento político, económico y social.