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Editorial Cambio21: Las señales de unidad nacional y gobernabilidad del Presidente electo

El presidente electo Gabriel Boric ha dado diversas señales de que en su gobierno promoverá el diálogo, buscará la unidad nacional para darle gobernabilidad al urgente proceso de transformaciones sociales y económicas que apoyó la mayoría de la sociedad chilena el 19 de diciembre pasado.
 
Adicionalmente en un encuentro el con gran empresariado reafirmó compromiso de su gobierno con el crecimiento, la gradualidad y la responsabilidad fiscal. Incluso señaló que esto “no eran un disfraz de la campaña de la segunda vuelta, sino una convicción profunda” y así lo ha planteado tanto al gran empresariado sino también con las pymes y el resto de actores de la vida económica en estas semanas de transición.
 
Además, añadió que “toda transformación se sostiene sobre la base de lo que se hizo antes, y ningún cambio grande., estructural, se logra de la noche a la mañana” insistiendo que Chile necesita cambios, reformas y que ellas deben implementarse gradualmente, pero deben realizarse.
 
Estas señales políticas le permiten partir con un razonable apoyo político, no tan solo de su coalición Apruebo Dignidad, pero también de la centroizquierda como el PS, PPD y a lo que también se ha ido sumando la DC, colectividad donde parecieran ser mayoría las posiciones que plantean “una colaboración constructiva” con nuevo gobierno, sea en el Parlamento, en los gobiernos regionales, en la sociedad civil.
 
O sea, su gobierno empieza a ser apoyado por el electorado de centroizquierda que valora la gobernabilidad, los acuerdos transversales y la gradualidad en las reformas, pero eso no es suficiente -por lo menos-en el futuro Parlamento, donde la izquierda más la centroizquierda es apenas el 50% del Senado.
 
El primer desafío que tiene el Presidente electo es elegir un gabinete de ministros y ministras que implementen esa política de acuerdos transversales sobre la base de un pacto de gobernabilidad con la centroizquierda que le permita partir un importante apoyo en el Parlamento, él requiere un elenco ministerial que sea el reflejo de esa convicción gradualista por el crecimiento sostenible, por la responsabilidad fiscal y por mejores empleos, pensiones, educación y salud.
 
Es clave delinear ese pacto de gobernabilidad con la centroizquierda y además debe ser capaz de instalar prioridades ciudadanas que faciliten un diálogo político pragmático con una centroderecha más social, que podría encabezar parte de RN y Evopolís.
 
Estas señales del presidente electo han instalado un optimismo inicial en la opinión pública frente a la gestión gubernamental que parte el 11 de marzo y para enfrentar los desafíos que -debieran ser parte del pacto de gobernabilidad- como por ejemplo recuperar la economía que para 2022 y 2023 se proyecta un mediocre crecimiento de alrededor del 2%, para enfrentar la nueva ola covid19 de mayores contagios, el mejoramiento de las pensiones con la aprobación de una pensión universal con el financiamiento fiscal permanente, implementar una agenda de seguridad ciudadana que devuelva la tranquilidad en los barrios hoy fuertemente amenazados por los Narcos.
 
Es interesante como el presidencialismo de minoría de Gabriel Boric asume con realismo ese dato político y se despliega generando diversas señales políticas tendientes a construir puentes con la centroizquierda para implementar una agenda gradual de transformaciones que permitan construir mayorías sociales y políticas que permitan avanzar hacia un nuevo Chile con mayores niveles de equidad social.
 
Es clave en este desafío que presidente electo concite el apoyo del resto de la centroizquierda, del mundo de independientes, de las PYMES, de las clases medias, de los liderazgos regionales en torno a una agenda realista y acotada de iniciativas gubernamentales y legislativas que muestren una capacidad de gestión política de interpretar y representar mayorías, más allá de su limitada frontera partidaria que es Apruebo Dignidad. Es clave que sea capaz de liberarse de las presiones políticas, de los cuoteos, de los primeros anillos que buscan limitar la capacidad de gestión política y social de su gobierno.
 
Un presidencialismo de minoría solo puede apelar al diálogo, a la búsqueda de puntos de encuentro para una agenda de transformaciones que sea capaz de sumar a mayorías políticas y sociales, superando así la situación de fragmentación en que está hoy la sociedad chilena.
 
Eso implica instalar desde el 11 de marzo una lógica de colaboración y diálogo -que lamentablemente el país abandonó hace varios años atrás- y que hoy en este nuevo mundo es clave para el éxito de los países.
 
Ojalá tengamos desde marzo ese clima de colaboración, de diálogo amplio, de gradualismo para sacar a Chile del estancamiento en que nos dejó Piñera.