Se presentó recientemente un extraordinario material audiovisual y un texto sobre el trabajo documental de Nieves Yankovic y Jorge di Lauro. La Cineteca Nacional ha restaurado las copias de sus producciones audiovisuales que estaban en manos de su hija y están disponibles en su sitio web.
Además, en un librillo se ha relatado el proceso de recuperación y restauración de este esfuerzo público por preservar el patrimonio audiovisual del país. Formaron una pareja de realizadores que fueron consecuencia pura entre las ideas y sus vidas y esto se trasunta en su obra. Además de su paso por el cine comercial y por encargo deciden registrar lugares y actividades populares con una mirada dominada por el amor, autenticidad y como decimos en comunicación, por la horizontalidad. Logran presentar diáfanamente, por ejemplo, en el documental Andacollo (1958) las diversas dimensiones de la religiosidad popular, junto a la música que compuso especialmente Violeta Parra. En una entrevista a David Vera-Meiggs, Nieves sintetiza así el principio que orienta el trabajo de ambos… “yo no conozco más que una sola manera de conocer la realidad. La realidad se conoce exclusivamente, para mi manera de pensar, a través del amor.
El amor, el que abre la puerta al misterio, el que le abre todo para que tu puedas captar y ver la realidad en sus dimensiones exactas…” Sus avatares artísticos se acoplan a su compromiso social y ético, que se extendió también a los animales. Se comprometieron con los procesos de cambio social de los años sesenta y setenta desde la matriz axiológica de una Iglesia Católica que optó por los pobres, en todas los costados de la existencia. Tal vez ahora resulte extraño para las generaciones de fines del siglo pasado, entender que hubo y todavía existen algunos curas y monjas comprometidas con las vidas de los menos favorecidos, que los acompañan tanto en lo espiritual como en lo material, en sus luchas por mejorar sus vidas en de manera integral. En plena dictadura un grupo de cristianos que compartía esta visión creó el Centro Cultural Nieves Yankovic como un espacio libre para la expresión artística en todas sus variantes. El compromiso de Nieves la llevó también a postularse como candidata a diputada por la Izquierda Cristiana en 1973.
Se comprometieron con los procesos de cambio social de los años sesenta y setenta desde la matriz axiológica de una Iglesia Católica que optó por los pobres, en todas los costados de la existencia.
La constelación de valores e ideas que orientaban la producción documental de ambos realizadores no solo eran compartidas por sus hermanos/compañeros, también se extendían a un conjunto de prácticas en Comunicación y Educación, que privilegiaban el diálogo, la cooperación, las visiones colectivas por sobre el individualismo y una necesidad primordial por dar espacios a las voces de aquellos y aquellas que mal vivían en el silencio, excluidos del sistema medial. Los medios de comunicación -se sentía/pensaba- eran una dimensión más de la inequidad y la postergación, de ahí la necesidad de generar diseños educomunicativos que valoraran y promovieran la diversidad de voces. Y esto sigue igualmente vigente en la “era de la información”. Según Becerra y Mastrini (2017) “en América Latina el efecto de la inserción de las telecomunicaciones en los medios refuerza la tendencia a la concentración y a una configuración oligopólica“.
En la nunca acabada construcción de un ecosistema comunicacional pluralista y diverso, las acciones de la Comunicación y Educación optan por considerar a la Otredad no solo como destinatario, sino con un Otro que debe participar en la elaboración de un proceso comunicativo dialógico. Por ejemplo, en la producción audiovisual de esta línea se parte de un diagnóstico lo más acabado posible, cuyos resultados gobiernan desde la elaboración del guión en adelante.
Además, se asume que los dispositivos y sus propuestas de significación son provocadores, detonadoras de la reflexión, fruición y debate entre y desde las personas y sus comunidades. Los medios no están en el medio, es la comunicación la que se intenciona con la finalidad de mejorar la calidad de vida, compartir informaciones o conocimientos, generar ideas y afectos desde los propios sujetos y sus grupalidades. No se trata de entender al Otro para llegar lo más eficazmente con un mensaje predefinido y que obedece a intereses extraños a los sujetos que forman parte del “público”. Más bien se diseñan diálogos entre la Mismidad y la Otredad. Esta visión contrasta con aquella que entiende la comunicación como una transmisión, difusión de contenidos enmarcadas en el mediocentrismo y, en definitiva, en una visión de las estrategias de comunicación que se reduce a los intereses del “emisor”.
En nuestro Chile actual de incertidumbre/búsqueda/tensiones y también de atisbos de nuevos aires, dichas prácticas comunicativas tienen plena vigencia, tal como en años pretéritos la impulsaron realizadores y realizadoras audiovisuales como Anamaría Egaña, Jessica Ulloa, Manuel Calvelo, por nombrar algunos y algunas.