Oh I'm just counting

En pandemia, que ningún estudiante se quede atrás. Por Claudio Castro S. Alcalde Municipalidad de Renca

En medio de un año en el que se discute no solo la Constitución que merecemos, sino el tipo de sociedad que queremos que esa Constitución ampare, desde Renca cada día constatamos realidades a las que es necesario responder con urgencia y donde la mirada local es irremplazable.
 
Que la pandemia ha golpeado a todo el mundo, es algo sabido. Pero ciertamente hay quienes han sido más golpeados que otros. La educación no es la excepción. Un informe del Banco Mundial y el Mineduc estima que la pérdida de aprendizajes en los sectores más vulnerables podría llegar al 95%. Por otro lado, si hasta el año pasado se calculaba que más de 186 mil niños, niñas y jóvenes de entre 5 y 21 años estaban fuera del sistema escolar, recientemente el Mineduc informó que a esa cifra se suman 40 mil nuevos ex estudiantes, que este año no se matricularon en ningún establecimiento.
 
En medio de la triple crisis sanitaria, económica y social, hay muchas variables explican esta situación: la falta de espacios adecuados para el aprendizaje en casa, la dificultad para que los padres o adultos responsables sean tutores del aprendizaje de sus hijos e hijas, y la falta de infraestructura tecnológica para el aprendizaje de las familias más pobres.
 
Respecto a esto último, en Renca lo vivimos en carne propia. Sabemos que en muchos casos no se cuenta con un dispositivo tecnológico en casa, o que cuando existe debe compartirse, o que no se cuenta con un plan de datos que permita el aprendizaje a distancia y la descarga de materiales, ni mucho menos la participación en una clase sincrónica.
 
Estas diferencias en el acceso a las tecnologías y la conectividad han afectado a nuestros estudiantes, a pesar de los esfuerzos que hemos hecho para mantener el vínculo entre los establecimientos, las y los profesores y sus estudiantes. Prueba de ello es el lanzamiento en diciembre pasado, del libro “La Educación Pública de Renca en Tiempos de Pandemia”, que sintetiza las iniciativas de nuestras comunidades escolares en esta línea.
 
Queda claro que hoy la tecnología y la conectividad no pueden ser más un “premio” o un privilegio. Ya no podemos esperar hasta séptimo básico para que los estudiantes se conecten para aprender, como versa el programa que entrega un computador a cada estudiante de ese nivel en un colegio público. La pandemia nos demostró que los recursos de conectividad son básicos para el aprendizaje, y que el acceso o la falta de acceso a ellos marcan una brecha que se suma a todas las otras que existen en la educación chilena.
 
Tal como el Minsal hizo bien en diversificar su estrategia de vacunación, apostando a todas las vacunas existentes, el Mineduc hizo mal al jugarse por una estrategia enfocada sólo al regreso de las clases presenciales. Lo correcto sería que las políticas públicas centrales garantizaran el ejercicio del derecho a la educación en todo contexto, y hoy, eso significa un dispositivo conectado a internet para todas y todos los niños.
 
Desde el municipio hicimos un esfuerzo enorme para entregar 500 tablets y 1500 chips con internet para las y los estudiantes de nuestras 14 escuelas y liceos, identificando a aquellos que habían tenido más dificultades de conexión. Porque sabemos que en cada estudiante que no logra conectarse a sus clases o que siente que no accede al aprendizaje, hay un riesgo de rezago que puede costar superar, llevando a algunos a un riesgo de frustración y de deserción que tenemos la obligación de evitar.
 
Sabemos que nuestro esfuerzo no es suficiente. Debemos llegar a todas las niñas y niños que lo necesiten, sin importar el tipo de establecimiento al que asisten. En esta tarea están puestas todas nuestras energías desde el territorio, y para esto hemos convocado a la red de instituciones comunales junto a instituciones de amplia experiencia a nivel nacional, como el CIAE de la Universidad de Chile, la Fundación Súmate del Hogar de Cristo, UNESCO, UNICEF y Educación 2020. Hacia esa tarea, también, deben orientarse todos los esfuerzos del Estado, si queremos que las brechas que sufre Chile no se conviertan en abismos.