El envejecimiento es un proceso biológico normal asociado a una perdida gradual de las capacidades físicas y mentales de las personas. Sabemos que hay factores genéticos que son determinantes de las pérdidas funcionales, pero es necesario enfatizar que un parte importante lo juegan los factores epigenéticos, es decir como la expresión de los genes, que ya están definidos en el genoma de cada individuo y que pueden modularse.
Así la acción de genes que confieren susceptibilidad a enfermedades puede mitigarse con estilos de vida saludables, ejercicio físico, una nutrición equilibrada, evitando moléculas dañinas a la salud y drogas, así como practicar durante el ciclo de vida el envejecimiento activo. Una serie de estudios indican que el confinamiento prolongado podría aumentar el riesgo de incrementar el deterioro cognitivo en adultos mayores de 65 años o contraer algún trastorno neurodegenerativo.
Cada día se avanza en cuanto a determinar cuáles son los factores a nivel celular y molecular que controlan como y cuando se envejece. Con respecto a los mecanismos de acortamiento de los telómeros, se han desarrollado diferentes activadores de telomerasas, la enzima que repara el acortamiento gradual de estos telómeros por cada división celular, actuando como un regulador del envejecimiento al evitar el daño al material genético presente en el DNA. Sabemos que la actividad de las telomerasas disminuye gradualmente al envejecer.
La mayor parte de los activadores de esta enzima son de origen natural. Por otra parte, un factor que incide de manera relevante en la rapidez con que se envejece es las células “senescentes”, llamadas también “células zombies”. Estas son remanentes que quedan en los tejidos, y que son disfuncionales ya que son degradadas luego de cada proceso de apoptosis (muerte celular programada) como parte de los mecanismos de recambio celular, en cada tejido del organismo. Es importante depurar los tejidos de estas células que ejercen una acción tóxica al medio tisular activo. Se ha demostrado que el compuesto natural presente en determinadas frutas, quercetina, activa esta depuración, enlenteciendo así el proceso de envejecer. También el selenio es clave en el control del envejecimiento.
En este contexto, se ha abierto también un camino importante hacia la prevención de la Enfermedad de Alzheimer (EA), considerando que hay elementos de la nutrición, el ejercicio diario, evitar sustancias tóxicas, así como una vida social activa, meditación y el control del estrés que actúan de manera preventiva mitigando el riesgo de la EA. En suma, el lograr un envejecimiento activo como lo plantea el Dr. J. C. Molina. Respecto a cómo actúa cada uno de estos factores es tema de una larga discusión y no lo veremos en este artículo, cuyo fin es poner atención en los factores de riesgo ambiental y en particular el confinamiento en adultos mayores, como el que está ocurriendo como resultado de las medidas para evitar el COVID-19. En el Congreso de la Alzheimer Association en el cual estamos participando en estos momentos, se ha mostrado por ejemplo que la vacunación contra la influenza y contra la neumonía disminuyen el riesgo de Alzheimer. Además, la enfermedad COVID-19 parece empeorar el nivel de demencia en los pacientes con este tipo de trastornos.
En este mismo Congreso se destaca también que investigaciones recientes apuntan a que los factores de riesgo de Alzheimer y de otras demencias estarían presentes ya en adolescentes y jóvenes de menos de 20 años, lo que introduce otro factor de preocupación, pero enfatiza la enorme importancia de la medicina preventiva contra estos desordenes. La prevención es crucial considerando que aún no existe una cura para las demencias, lo que según evidencias se ha debido a un retardo en el conocimiento de sus causas por hipótesis erróneas planteadas en el pasado. Felizmente hoy se abre un camino hacia la prevención y también hacia nuevos enfoques terapéuticos. Estos incluyen:
1) Enfoques basados en el uso de moléculas que controlen la oligomerización de la proteína tau, y en particular el uso de nutracéuticos entre los cuales se incluyen el shilajit andino, vitaminas del complejo B, curcumina, ácido rosemarínico y otros. Una ventaja es que las terapías con nutracéuticos son “multitarget”, es decir dirigidas a diferentes bancos en la organización cerebral, importante porque la EA es una enfermedad multifactorial. Los fármacos en si van solamente dirigidos a un solo blanco, que puede no ser el determínate de la patogénesis. El Laboratorio del Dr. R.B. Maccioni es pionero a nivel mundial en estos estudios.
2) El uso de la meditación como herramienta altamente recomendada para adultos mayores durante el confinamiento forzado como el actual. La bioquímica Elizabeth Blackburn obtuvo el Premio Nobel de Medicina, al demostrar la función de los telómeros en la región distal de cada cromosoma, y que la meditación (”Mindfulness” o Atención Plena) frenaba el acortamiento telomérico demostrando una acción eficaz, no invasiva y no tóxica, en controlar el envejecimiento, contribuyendo, por otra parte a disminuir los riesgos de adquirir EA.
3) Existen también estudios que demuestran que la práctica del Taichi o Taijiquan y el Chi Kung o Qigong enlentece el envejecimiento y favorece una longevidad saludable, disminuyendo por ende la probabilidad de una demencia. Estos aspectos fueron el eje central del Seminario “Telómeros y longevidad saludable” organizada por el Dr. R. Prieto, en medio de la incertidumbre social y casi a inicios de la pandemia y en que participó el experto en Medicina China Ing. Cristian Vilches. Tanto la meditación como el Qi Qong producen cambios funcionales y estructurales concretos en el cerebro demostrados por resonancia magnética nuclear; modificaciones que van acompañadas de cambios ontológicos.
4) Respecto a cómo actúa cada uno de estos factores es tema de discusión, es trascendental revertir el sedentarismo cercano a 90% entre las personas mayores, en donde al igual que lo comentado anteriormente, el ejercicio aeróbico moderado y su práctica se transforma en una verdadera obligación, dada su demostrada acción a nivel de los telómeros. Esta acción se produce alargando los telómeros, a la vez que disminuyendo la probabilidad de demencias en un 50 %.
El avance más transformador en la EA ha sido un fracaso aparente: la caída de la dominación de 30 años de la hipótesis amiloide. Entra en vigor la teoría de la neuro inmunomodulación plateada por el Dr. Maccioni. Ahora estamos viendo el éxito de la modificación del estilo de vida que apoya la EA como una condición crónica multifactorial que requiere, como las enfermedades cardíacas, múltiples puntos de intervención para mejorar la salud pública.
La adopción de esta visión más integral puede transformar la forma en que beneficiamos a los pacientes a medida que avanzamos en nuestra comprensión de los mecanismos complejos de transformación desde un estado de plena salud al Alzheimer. Una propuesta planteada por el connotado investigador en Alzheimer Prof. George Perry de la Universidad de Texas, es que la EA es parte de un continuo dinámico con el envejecimiento normal.
Nuestros propios datos sugieren que la EA es una clara ruptura con el envejecimiento normal; un cambio pleiotrópico en todo lo que hace que las neuronas sean resistentes a la muerte celular, pero sin función. La comprensión de este proceso transformador requiere un enfoque basado en biología de sistemas. Vivimos así los momentos más excitantes de la investigación médica, en el que podemos llegar a controlar de manera efectiva el que las personas envejezcan manteniendo una alta calidad de vida.
Además, el conocimiento de los mapas de proteomas, genoma y la metabolómica entregan nuevo conocimiento para llegar a comprender los fascinantes aspectos de la complejidad biológica (planteada ya por Erwin Schrödinger, en su escrito “Qué es la vida” y en sus llamados a volver a mirar la antigua Jonia, y el “Milagro Griego”) y las proyecciones que ha tenido sobre la actividad científica contemporánea. Estos estudios también han arrojado luces sobre una mantención saludable de los adultos mayores, y también de adultos de mediana edad, en ambientes de confinamiento, determinante en el manejo de estas personas durante la cuarentena debida al coronavirus.