Por Antonia Paz
Los síntomas de COVID-19 a veces pueden persistir durante meses. El virus puede dañar los pulmones, el corazón y el cerebro, lo que aumenta el riesgo de problemas de salud a largo plazo.
La mayor parte de la gente que tiene la enfermedad del coronavirus (COVID-19) se recupera completamente en unas semanas. Pero algunos -aun aquellos que han tenido versiones leves de la enfermedad- continúan presentando síntomas después de su recuperación inicial.
Los adultos mayores y las personas con muchas afecciones graves son los que más probablemente presenten síntomas persistentes del COVID-19 . Los signos y síntomas más comunes que persisten con el tiempo incluyen:
La mayor parte de la gente que tiene la enfermedad del coronavirus (COVID-19) se recupera completamente en unas semanas. Pero algunos -aun aquellos que han tenido versiones leves de la enfermedad- continúan presentando síntomas después de su recuperación inicial.
Los adultos mayores y las personas con muchas afecciones graves son los que más probablemente presenten síntomas persistentes del COVID-19 . Los signos y síntomas más comunes que persisten con el tiempo incluyen:

Fatiga
Tos
Falta de aire al respirar
Dolor de cabeza
Dolor en las articulaciones
Aunque el COVID-19 se considere una enfermedad que primariamente afecta los pulmones, también puede dañar muchos otros órganos. Este daño a los órganos puede aumentar el riesgo de problemas de salud a largo plazo.
Los órganos que pueden estar afectados porl COVID-19 incluyen:
El corazón: Las pruebas por imágenes tomadas meses después de la recuperación del COVID-19 han mostrado daño duradero al músculo cardíaco, aun en el caso de las personas que presentaron solamente síntomas leves del COVID-19 . Esto puede aumentar el riesgo de insuficiencia cardíaca u otras complicaciones cardíacas en el futuro.
Los pulmones: El tipo de neumonía que con frecuencia se asocia con el COVID-19 puede causar daño duradero a los diminutos sacos de aire (alvéolos) de los pulmones. El tejido cicatricial resultante puede llevar a problemas respiratorios a largo plazo.
El cerebro: Aun en la gente joven, el COVID-19 puede causar accidentes cardiovasculares, convulsiones, y el síndrome de Guillain-Barré — una afección que causa parálisis temporaria. El COVID-19 también puede aumentar el riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson y la de Alzheimer.
Coágulos sanguíneos y problemas de los vasos sanguíneos
El COVID-19 puede hacer más posible que las células sanguíneas se aglomeren y formen coágulos. Mientras que los coágulos grandes pueden causar ataques al corazón y accidentes cardiovasculares, se piensa que mucho del daño al corazón causado por el COVID-19 viene de coágulos muy pequeños que bloquean los diminutos vasos sanguíneos (capilares) en el músculo del corazón.

Otros órganos afectados por los coágulos sanguíneos incluyen los pulmones, las piernas, el hígado y los riñones. El COVID-19 también puede debilitar los vasos sanguíneos, lo que contribuye a problemas posiblemente duraderos con el hígado y los riñones.
Problemas de estado de ánimo y de fatiga
Las personas con síntomas graves del COVID-19 con frecuencia necesitan tratamiento en la unidad de cuidado intensivo de un hospital, con asistencia mecánica, como la de un respirador, para respirar. Simplemente sobrevivir esta experiencia puede hacer que, más tarde, una persona tenga más posibilidades de desarrollar síndrome de estrés postraumático, depresión, y ansiedad.
Como es difícil predecir resultados a largo plazo respecto al nuevo virus que causa el COVID-19, los científicos están observando los efectos que se han visto con el tiempo con virus relacionados, como el síndrome respiratorio agudo grave (SARS).
Muchas personas que se han recuperado del SARS han desarrollado el síndrome de fatiga crónica, un trastorno complejo caracterizado por fatiga extrema que empeora con la actividad física o mental pero no mejora con el descanso. Lo mismo puede darse entre las personas que han tenido elCOVID-19.
Todavía no se conocen muchos efectos a largo plazo del COVID-19
Todavía no se sabe mucho sobre cómo el COVID-19 va a afectar a la gente con el tiempo. Pero los investigadores recomiendan que los médicos vigilen de cerca a las personas que han tenido el COVID-19 para ver cómo están funcionando sus órganos después de su recuperación.
Es importante recordar que la mayoría de la gente que tiene el COVID-19 se recupera rápidamente. Pero los posibles problemas duraderos del COVID-19 hacen que sea aún más importante reducir la trasmisión de la enfermedad tomando precauciones como ponerse mascarillas, evitar las multitudes, y tener las manos limpias.