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Especial: Estrés postraumático, pérdida muscular y caída del cabello: Las posibles secuelas del COVID-19 que también sufren los jóvenes

Por Antonia Paz
 
Han preguntado por las secuelas que deja haber padecido el COVID-19. Los estudios al respecto son limitados. Todavía es pronto para saber cuál es la gravedad de las secuelas y cuánto tiempo pueden durar. El cansancio, la pérdida de masa y el dolor muscular o las alteraciones vasculares o psicológicas son algunas de las secuelas que experimentan personas que han padecido el COVID-19.
Los estudios que investigan qué secuelas quedan a mediano plazo son limitados y hay que tomarlos con cautela. Para saber las que quedan a largo plazo, aún habrá que esperar a que pase más tiempo y se realicen más investigaciones.

Algunos jóvenes tienen “un cansancio que no pueden ni vivir”
 
Las secuelas están. “Un cansancio muy importante, con dolores musculares, a veces con fiebre prolongada, moderada, casi siempre vespertina, de origen infeccioso o nerviosos persistentes a lo largo de meses, y otras con alteraciones del sueño y del estado del ánimo".
“Es una enfermedad seria”, insisten. Explican que cuando se empezó a hablar del COVID-19 la discusión era si los pacientes morían o no o los efectos más graves. Pero, a medida que pasa el tiempo, ya no solo se trata de que se mueran o no se mueran, "es que los hay en la treintena que están meses incapacitados, con un cansancio que no pueden ni vivir”.

Pérdida de masa muscular, cuadros de estrés postraumático y otras secuelas
¿Qué otras secuelas puede tener una persona que ha padecido el COVID-19? Se han publicado pocos estudios revisados ​​por pares que exploren el daño pulmonar duradero.
Broncopulmonares explican que pueden tener fibrosis intersticial. Se trata de una cicatrización anómala del pulmón que puede causar inflamación y hacer que sea difícil obtener suficiente oxígeno. En general, esta secuela afecta a los pacientes “que han tenido una neumonía grave”.

La evidencia de personas infectadas con otros coronavirus indica que el daño puede persistir bastante tiempo. Un estudio registró daños pulmonares a largo plazo en pacientes que padecieron el SARS causado por el SARS-CoV-1.
Además de la dificultad respiratoria, el COVID-19 también puede dañar el sistema inmunitario. "Durante mucho tiempo, se ha sugerido que las personas que han sido infectadas con sarampión están inmunosuprimidas durante un período prolongado y son vulnerables a otras infecciones". Aún hacen falta más estudios para determinar hasta qué punto el coronavirus puede dejar secuelas en el sistema inmunitario.
 
Las secuelas físicas en muchas ocasiones son "consecuencia de la inmovilidad, fundamentalemente de los que han estado en las unidades de cuidados intensivos (UCI): "Se ha visto atrofia muscular, rigidez articular y pérdida de peso y muchas personas requieren de los equipos de fisioterapia".

Entre las secuelas las "alteraciones vasculares y trombosis”. Esto puede provocar “problemas en los órganos que reciban poca sangre, que pueden ser el corazón, el cerebro, las extremidades o el pulmón”. Pese a que esta secuela puede darse en cualquier paciente, es más común “en las personas obesas o con movilidad reducida.
Un estudio advierte de las secuelas que puede tener a largo plazo la epidemia del coronavirus en el cerebro de los enfermos, el COVID-19 puede ser la causa de casos graves de complicaciones neurológicas, que incluyen episodios de psicosis y delirio.
Hay pacientes que han experimentado estos episodios durante la enfermedad. Ahora la preocupación principal para algunos expertos en la materia es si los pacientes recuperados tendrán daños neurológicos y déficits cognitivos.

El caso de la pandemia de gripe de 1918. Un millón de personas más tarde acabó desarrollando una enfermedad neurológica llamada encefalitis letárgica que provocaba fiebre alta, dolor de cabeza, fatiga o visión doble. Ahora, según se señala, es importante prestar atención por si se produjera un fenómeno similar.
Una de las manifestaciones neurológicas del COVID-19 es la pérdida de olfato, que a veces perdura como secuela un tiempo después del alta. “Algunos de los cuadros clínicos pueden durar mucho. Por ejemplo, las alteraciones olfatorias, duran incluso dos meses pero suelen irse”.

El COVID-19 también deja alteraciones psicológicas, especialmente en “las personalidades más frágiles”, desde crisis de ansiedad a inseguridad e irritabilidad, que explica que algunas personas han experimentado cuadros de estrés postraumático: “No solo es que hayan estado en una situación entre la vida y la muerte, los hay quienes no han estado tan graves pero cuya vivencia de la enfermedad, que estaba siendo tan impactante en los medios, les daba la sensación de que iban a morir”.
Algunos pacientes pueden sufrir una pérdida exagerada de pelo por el estrés de la enfermedad lo que se denomina efluvio telogénico, "una alteración del ciclo de crecimiento del pelo que produce una caída del cabello muy llamativa durante un período de tiempo limitado en el tiempo y reversible".
"Circunstancias como infecciones, cirugías, déficits de alimentación o momentos de mucho estrés pueden provocar esta condición".

En la misma línea se dice que "cualquier enfermedad estresante aguda infecciosa como es esta puede producir una pérdida exagerada de los folículos pilosos de forma transitoria". "Esto se acaba recuperando durante dos o tres meses aumenta el número de cabellos que se pierden". Si normalmente "estamos perdiendo alrededor de 100 cabellos al día", en este caso esta cifra se puede multiplicar "por tres o cuatro".
El 87% de pacientes graves siguen teniendo secuelas a los dos meses, según un estudio
Este estudio publicado aborda la recuperación de pacientes graves ingresados en un hospital . Una vez recuperados de la enfermedad, el 87% de ellos seguía teniendo secuelas al cabo de dos meses.
Tres de cada diez tenían una o dos secuelas. Las más frecuentes eran fatiga (53.1%), disnea o sensación de falta de aire (43.4%), dolor en las articulaciones (27.3%) y dolor en el pecho (21.7%).

Algunas secuelas “desaparecerán en unos meses, pero otras serán permanentes”

Algunos pacientes pueden padecer "alteraciones neuromusculares pérdida de masa muscular y de fuerza".
 
Profesionales explican que entre un 7% y un 10% de personas que han padecido COVID-19 presentan secuelas.
 
“No sabemos todavía cuánto durarán. Algunas desaparecerán en unos meses, pero otras serán permanentes”.
La edad del paciente, las enfermedades previas y la gravedad de la infección influyen en las secuelas
Tampoco se sabe con certeza cómo afecta la edad a la hora de tener secuelas,“es ahora cuando estamos viendo muchos más pacientes jóvenes y, por lo tanto, no sabemos cómo quedarán. También existe la posibilidad de que 'no lo noten', ya que un joven tiene mucho margen de pérdida funcional, y que aflore cuando se hagan mayores”.
La edad del paciente, las enfermedades previas y la virulencia con la que haya atacado el coronavirus “contribuyen al cuadro clínico y obviamente a las secuelas”.

“Un paciente con una patología respiratoria previa tiene más posibilidades de dejar una secuela respiratoria”. Pero aún hacen falta más estudios para sacar conclusiones sólidas sobre cómo influyen todos estos factores en las secuelas.
Además de dejar secuelas, la recuperación del COVID-19 puede ser muy larga el tiempo medio de duración de los síntomas del COVID-19 en un paciente leve está entre los ocho y los diez días. En los pacientes más graves, está “entre las tres y las cuatro semanas”.

Pero algunos estudios muestran cómo estos síntomas persisten en algunos pacientes durante mucho más tiempo, alertan que “recuperarse del COVID-19 puede llevar mucho tiempo, incluso en pacientes jóvenes sin enfermedades crónicas”.
También lo han sufrido muchos jóvenes: “Entre las personas de 18 a 34 años sin afecciones médicas crónicas, uno de cada cinco no había vuelto a su estado de salud”. Los síntomas más persistentes eran la tos que persistía en el 43% de los casos, la fatiga 35%)y la dificultad para respirar 29%. Los síntomas duraron más en los pacientes más mayores o con enfermedades crónicas.