Oh I'm just counting

Se cumplen 60 años de la partida de Laika, la perra soviética sacrificada por la carrera espacial

Fue encontrada en las calles de Moscú y seleccionada para una de las primeras proezas en el espacio de la antigua URSS.

"Le pedí que nos perdonara y lloré al acariciarla por última vez", recuerda la bióloga Adilia Kotovskaya. Al día siguiente, la perra Laika despegaba en un viaje sin retorno, convirtiéndose en el primer ser vivo enviado al espacio.
Hace 60 años, el 3 de noviembre de 1957, apenas un mes después de la puesta en órbita del primer Sputnik soviético, el segundo satélite artificial de la Historia despega con destino al espacio con el animal a bordo, una perra recogida en las calles de Moscú. Sobrevivió solo unas horas.
Para el número uno soviético de la época, Nikita Jruschov, el objetivo era demostrar la superioridad de la Unión Soviética sobre Estados Unidos, justo antes de la conmemoración del 40º aniversario de la Revolución bolchevique, el 7 de noviembre.

 

"Sus nueve vueltas alrededor de la Tierra convirtieron a Laika en el primer cosmonauta del planeta, sacrificado en nombre del éxito de las futuras misiones espaciales", destaca Adilia Kotovskaya, que actualmente tiene 90 años y sigue estando orgullosa de haber ayudado a entrenar a los animales para las misiones espaciales.
Recuerda que previamente se habían enviado otros perros a altitudes suborbitales por espacio de unos minutos "para verificar que era posible vivir en un ambiente sin gravedad".
"Había llegado la hora de enviar uno al espacio", relata a la AFP en Moscú.
Para acostumbrarse al vuelo espacial en una cápsula presurizada de 80 centímetros de largo, los perros eran colocados en jaulas cada vez más pequeñas, recuerda la científica.

 

El lanzamiento del Sputnik con Laika a bordo, el 3 de noviembre de 1957 a las 05:30 (hora de Moscú) en Kazajistán, desde lo que luego fuera el cosmódromo de Baikonur "no hacía presagiar nada malo", recuerda Adilia Kotovskaya.
"Obviamente, cuando el cohete se elevó, el ritmo cardíaco de Laika aumentó considerablemente". Pero al cabo de tres horas la perra recuperó su ritmo normal.
De repente, tras la novena rotación alrededor de la Tierra, la temperatura en el interior de la cápsula de Laika comenzó a aumentar y superó los 40 ºC, a falta de protección suficiente contra la radiación solar.
El resultado fue que Laika, que debería haber sobrevivido entre ocho y diez días, murió al cabo de unas horas por exceso de calor y deshidratación.