El Papa Francisco falleció a los 88 años, luego de presentar diversos problemas de salud desde hace algún tiempo. Una crisis respiratoria asmática prolongada que padecía le causó dificultades respiratorias en sus últimas intervenciones, siendo incluso hospitalizado en Roma para recibir oxígeno de alto flujo y transfusiones de sangre por una anemia.
Este domingo de Resurección el papa argentino había salido a la plaza San Pedro y al balcón del Vaticano a saludar a los fieles que llegaron hasta ese lugar.
El argentino Jorge Mario Bergoglio, primer papa americano, fue sometido en su juventud a una ablación parcial de un pulmón y desde 2022 se desplazaba en silla de ruedas y con bastón las pocas veces que se le vio de pie.
¿Qué pasará después de la muerte del papa Francisco?
En los últimos años tuvo numerosos problemas de salud, entre dolores en la rodilla y la cadera, una inflamación del colon y principalmente, sus dificultades respiratorias.
En junio de 2023 el papa Francisco fue hospitalizado 10 días en el hospital Gemelli por una operación de hernia abdominal, que requirió anestesia general.
En diciembre de ese año, precisamente por una bronquitis, renunció a participar en la COP28 de Dubái, la gran cumbre anual del clima, organizada por Naciones Unidas.
Y a fines de marzo de 2024, el jesuita argentino anuló a última hora su participación en el Viacrucis del Coliseo de Roma, aunque sí que pudo oficiar la misa de la Pascua de Resurrección, días después.
En febrero de este año su salud empeoró y terminó hospitalizado en "estado crítico" en el Hospital Gemelli de Roma, lo que le obligó a suspender indefinidamente todas sus actividades como líder de la Iglesia Católica.
De Jorge Mario Bergoglio a Francisco: su camino y llegada al Vaticano
Tras la renuncia de Benedicto XVI al pontificado —primer papa moderno en dimitir— Francisco fue elegido el 13 de marzo de 2013, a los 76 años, en la quinta votación efectuada durante el segundo día de cónclave.
El argentino, arzobispo de Buenos Aires, se convirtió así en el primer papa americano, siendo destacado desde un comienzo en todo el continente como un pastor sencillo y muy querido en su diócesis, que visitó a lo largo y ancho, incluso trasladándose en transporte público.
“Mi gente es pobre y yo soy uno de ellos”, comentó en más de una oportunidad para explicar su decisión de vivir en un departamento y de prepararse la cena él mismo, resalta en su biografía el sitio oficial del Vaticano.
Nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, hijo de emigrantes piamonteses. Mario, su padre, era contador, empleado en ferrocarril. Su madre, Regina, se ocupaba de la casa y de la educación de los cinco hijos.
Tras diplomarse como técnico químico, eligió más tarde el camino del sacerdocio al entrar en el seminario diocesano de Villa Devoto.
Sus estudios de humanidades los completó en nuestro país y al regresar a Argentina, en 1963, se licenció en filosofía en el Colegio San José de San Miguel. Entre 1964 y 1965 fue profesor de literatura y psicología en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe. Las mismas materias las enseñó en 1966 en el Colegio del Salvador en Buenos Aires. De 1967 a 1970 estudió teología en el Colegio San José, obteniendo su licenciatura.
El 13 de diciembre de 1969 recibió la ordenación sacerdotal de manos del arzobispo Ramón José Castellano. Prosiguió la preparación en la Compañía de 1970 a 1971 en Alcalá de Henares (España), y el 22 de abril de 1973 emitió la profesión perpetua.
El 31 de julio de 1973 fue elegido provincial de los jesuitas de Argentina, tarea que desempeñó durante seis años, para luego reanudar su labor en el campo universitario.
Es el cardenal Antonio Quarracino quien lo llamó como su estrecho colaborador en Buenos Aires. Así, el 20 de mayo de 1992, Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Auca y auxiliar de Buenos Aires. El 27 de junio recibió en la catedral la ordenación episcopal de manos del purpurado. Como lema eligió Miserando atque eligendo y en el escudo incluyó el cristograma ihs, símbolo de la Compañía de Jesús.
Tras la muerte del cardenal Quarracino, el 28 de febrero de 1998, lo sucedió como arzobispo de Argentina. Tres años después, en el Consistorio del 21 de febrero de 2001, Juan Pablo II lo nombra cardenal, asignándole el título de san Roberto Bellarmino.
Con su figura más popular en América Latina, Francisco no perdió la sobriedad en el trato. En 2002 declinó el nombramiento como presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, pero tres años después fue elegido y más tarde reconfirmado por otro trienio en 2008. Entre tanto, en abril de 2005, participó en el cónclave en el que fue elegido Benedicto XVI.
El 13 de marzo de 2013, en su elección por parte del cónclave como el papa 266º, Francisco manifestó la voluntad de ser reconocido por ese nombre en honor al santo de Asís.
La relación del Papa Francisco con Chile y su polémica visita en 2018
Más allá de haber estudiado en Chile, Francisco se convirtió en el segundo papa que visitó nuestro país, después de Juan Pablo II en 1987, cuando pisó suelo nacional entre el 15 y el 18 de enero de 2018.
Sin embargo, su visita estuvo marcada por manifestaciones y ataques a iglesias, con rayados en los que se podían leer acusaciones como “pedofilia” o “cómplice”, en días en que los casos de pederastia tenían en el centro de la mirada al sacerdote Fernando Karadima, condenado sólo por la Iglesia —no por la vía civil— a una vida de “oración y penitencia”.
Papa Francisco también debió pedir perdón, reconociendo “graves equivocaciones de valoración” en el caso del obispo Juan Barros, acusado de encubrir abusos sexuales.
Durante su último día de visita en nuestro país, el papa Francisco tuvo una polémica defensa al obispo Juan Barros, calificando de “calumnias” las acusaciones en su contra.
De esta manera, incluso para los ojos de la prensa internacional, si el Papa Francisco visitó Chile para levantar la alicaída imagen de la Iglesia Católica en nuestro país, sus últimas palabras en suelo nacional habrían conducido a hundirla aún más.