Estados Unidos ha sido el principal respaldo militar y diplomático de Israel durante la guerra en Gaza, que ha dejado decenas de miles de muertos, una profunda crisis humanitaria y acusaciones de "genocidio". A la luz de los ataques, las exportaciones de armamento y el apoyo político, surge una pregunta clave: ¿hasta dónde llega la responsabilidad estadounidense en el conflicto que ya cumple dos años? Lo analizamos.
Quien entrega el arma, ¿comparte la culpabilidad de quien aprieta el gatillo? Es una de las preguntas que la comunidad internacional se ha formulado durante los últimos dos años. En especial, desde que se reconoce la debacle humanitaria en Gaza —calificada como "genocidio" por un comité de investigación de las Naciones Unidas— a causa del incesante bombardeo sobre la Franja y de unos organismos internacionales que no han logrado de detener el conflicto.
Sin embargo, Israel, que mantiene vínculos diplomáticos y comerciales con decenas de países, cuenta con un aliado esencial: Washington. De esta manera, Estados Unidos se ha consolidado como el principal respaldo diplomático y militar de una ofensiva que ha dejado unos 67.000 muertos.
Cuando Hamás y la Yihad Islámica palestina cometieron el brutal atentado del 7 de octubre, que se saldó con alrededor de 1.200 israelíes muertos, Estados Unidos fue el primero en condenar el hecho, al que se sumaron la Unión Europea, Alemania, Francia, Reino Unido y otros aliados occidentales.
A través de un comunicado de la Casa Blanca, el entonces presidente estadounidense, Joe Biden, expresó su total apoyo a Israel y calificó el ataque como “terrorista y atroz”.
Pero no solo hubo palabras. Al respaldo militar que históricamente ha definido la relación entre Estados Unidos e Israel se añadieron varias medidas: el portaaviones USS Gerald R. Ford y otros buques de guerra zarparon hacia la región; el entonces secretario de Estado, Antony Blinken, reafirmó el “derecho de Israel a defenderse”; y Washington preparó un paquete adicional de municiones y armamento para reforzar la Cúpula de Hierro.
Biden, en concreto, fue claro al condenar y ayudar a su socio más preciado. Acciones explícitas en el plano militar que también pasaron por el plano diplomático: a Blinken lo mandó de gira por Medio Oriente buscando apoyo para Israel, y los representantes estadounidenses en la ONU bloquearon resoluciones que pedían “pausas humanitarias” porque no se mencionaba explícitamente a Hamás.
Viajes, llamadas, guiños diplomáticos y fuerza militar: Estados Unidos fue implacable en las primeras semanas de ofensiva israelí, pero Biden avisó sobre una hipotética presencia militar permanente. “Creo que sería un error”, dijo a la 'CBS' el 16 de octubre.
Dos días más tarde, el presidente estadounidense visitó a Netanyahu y se comprometió a colaborar con su aliado para evitar "más tragedias" para la población civil. Netanyahu, en una afirmación que ha envejecido mal, contestó que haría "todo lo que esté en sus manos", citaron medios locales, para evitar que haya civiles involucrados en las hostilidades.
Tensiones y pausas con Biden
Dos meses después de desatarse el conflicto, cuando el Ministerio de Salud gazatí contaba con alrededor de 20.000 muertos, Biden cambió el tono y comenzó a criticar las acciones de Netanyahu en Gaza.
En diciembre, Washington asestó golpes dialécticos a Tel Aviv, pero las armas seguían viajando hacia Israel para cubrir las necesidades bélicas del momento.
Las tensiones fueron más notorias entrado el año 2024, cuando trascendió una llamada entre ambos mandatarios en abril: Biden le dijo a Netanyahu que el apoyo estadounidense dependería de pasos concretos para proteger a civiles y trabajadores humanitarios cuando un bombardeo mató a siete empleados humanitarios en Gaza pertenecientes a la World Central Kitchen del chef José Andrés. Además, Biden puso el acento en la llegada de ayuda humanitaria al enclave.
En mayo, cuando Netanyahu tenía la ciudad de Rafah entre ceja y ceja, Biden anunció pausas en el envío de armamento pesado. “Al anunciar la pausa, Biden reconoció por primera vez que estas armas habían causado la muerte de civiles en Gaza”, dijo la revista 'Politico' en mayo de 2024. Pero las bombas habían sido aprobadas por el Congreso en 2021.
Autorizadas, fabricadas y listas para ser enviadas, pero bajo llave. 'Politico', finalmente, sentencia que “una vez aprobadas por la Administración y el Congreso, el armamento probablemente tarda meses o incluso años antes de ser producido y entregado”.
De tal forma, las pausas y condiciones que hubo cuando el mandato de Biden y la guerra de Gaza coincidieron no detuvieron por completo el envío de armas. Finalmente, dos semanas antes de salir del cargo, Biden notificó de forma informal al Congreso una propuesta de venta de misiles, proyectiles de artillería, bombas y componentes por valor de 8.000 millones de dólares a Israel.
"El mayor amigo para Israel"
Trump llegó al Despacho Oval ondeando aparentemente una bandera blanca. Y ante los ojos del mundo, quiso hacer valer un acuerdo alcanzado durante en la recta final del mandato de Biden, que incluía intercambios de prisioneros y rehenes y un alto el fuego de 42 días.
Mientras Biden destacó que su equipo y el entrante de Trump trabajaron estrechamente para lograr este pacto, el presidente electo Trump se anticipó a anunciar el acuerdo públicamente, atribuyéndose parte del mérito por haber forzado dicha tregua antes de asumir la Presidencia en enero de 2025.
Su perfil, históricamente favorable a las posiciones israelíes —tanto en su primer mandato como en el actual—, se traduce en un respaldo firme a la seguridad de Israel, su derecho a defenderse y en una postura contundente contra Hamás, Líbano e Irán. Este compromiso le ha valido un título que solamente él ostenta: ser “el mayor amigo que Israel ha tenido en la Casa Blanca”, como Netanyahu lo definió el 15 de septiembre.