Grandes son los desafíos de la sociedad actual y nuestras maneras de ser y de actuar debería ser la expresión de la sociedad que soñamos. Quienes nos dedicamos a la psicología comunitaria buscamos respuestas a través de esta disciplina y profesionalmente desde ella compartimos una forma de entender los problemas sociales, sus orígenes y el tipo de sociedad que buscamos construir.
No hay duda que las transformaciones acontecidas en nuestras sociedades contemporáneas han venido provocado cambios en la sociabilidad y subjetividad, teniendo como componentes la individualización, fragmentación social y la exclusión social de importantes grupos.
Hoy nuestras vidas se ven afectadas por decisiones y crisis ocurridas a miles de kilómetros, sin que podamos hacer algo al respecto. Los movimientos sociales que emergen en diferentes lugares del mundo son un intento de respuesta y resistencia a estas fuerzas poderosas comandadas por pequeños grupos económicos.
Por otra parte, el fenómeno del individualismo ha venido afectando la forma de las sociedades actuales, transformado aspectos tan cruciales como la intimidad, la vida de pareja y familia, provocando cambios en las relaciones sociales y la desarticulación de lo comunitario. Todas estas transformaciones han configurado un escenario especialmente adverso a la reproducción de los vínculos comunitarios.
Este escenario también facilita que emerjan múltiples problemas que, aunque se viven como problemas psicológicos personales, (depresión, consumo de drogas, violencia, entre otros) tienen como telón de fondo condiciones de vida que obstaculizan el desarrollo.
La importancia de la acción comunitaria, en sus múltiples expresiones, debe ser entendida además a la luz de los cambios acontecidos en el plano político, que se expresan por ejemplo en la transformación que han venido experimentando las políticas sociales y la organización del Estado. Así, por ejemplo, se puede apreciar que la complejidad creciente de las sociedades interpela a nuevas formas de gobernabilidad, en las que se debe integrar la participación de redes amplias y plurales de actores sociales. Este nuevo modo de relación entre Estado y Sociedad Civil, se fundamenta en la participación de las personas en su calidad de ciudadanos, de sus organizaciones y comunidades, lo que supone la presencia de vínculos sociales, confianza y emprendimientos colectivos.
En este contexto, la acción comunitaria que realiza la psicología comunitaria, tiene por propósito revitalizar la capacidad de socializar y buscar emprendimientos colectivos que permitan mejorar las condiciones de vida y resistir aquellas que la afectan.
La psicología comunitaria busca además desarrollar acciones tendientes a transformar la sociedad a través de principios básicos que son: la autogestión de las personas, el centro del poder puesto en la comunidad y la unión entre teoría y práctica.
Esta área de la psicología, se plantea como una “ciencia del cambio social” buscando estrategias efectivas para sostener eficazmente acciones de mejoramiento social, haciendo hincapié en las fortalezas de las personas y promoviendo una nueva imagen de ellas como ciudadanos con derechos y opciones, por sobre la mirada tradicional que ha puesto como seres necesitados, vulnerables o carentes.
El enfoque de la psicología comunitaria deja en claro la relación desigual que tienen los seres humanos en la distribución y acceso a recursos de diversa índole, como materiales, autoestima, información, conocimiento, entre otros.
Por lo tanto, los psicólogos comunitarios comprendemos que los problemas sociales son el producto de estas carencias en disponibilidad y acceso a los recursos generadas por la desigualdad e injusticia social, lo que su solución pasa por una acción social global.
Para que este cambio sea duradero y adecuado, este debe ser realizado por profesionales que tienen como principal función sostener y acompañar este proceso. Es relevante para ello el reforzamiento de las comunidades y de las estructuras mediáticas que constituyen la escuela, la familia, el barrio, etc.
La intervención que puede realizarse desde la psicología comunitaria, se plantea en dos grandes ámbitos: en el campo de los problemas psicosociales y del desarrollo humano. En el primero, puede colaborar en resolver un abanico amplio de problemas y cuyas manifestaciones se observan en el plano psicológico como abuso de drogas, infracción de ley, violencia etc. En tanto, en el ámbito del desarrollo humano, las acciones buscan responder a las demandas de bienestar y calidad de vida de grupos más amplios, tales como la recuperación urbana.
Próximamente nuestro país será la sede de la Séptima Conferencia Internacional de Psicología Comunitaria, que reunirá a académicos, profesionales e investigadores vinculados a la psicología comunitaria en el máximo evento de esta disciplina en el mundo. Reflexionaremos y compartiremos nuestras investigaciones y experiencias, y propondremos caminos posibles para acompañar y propender al fortalecimiento de comunidades activas, propositivas que unan sus talentos y energías para construir un mejor mundo para todas y todos.