Un país se paraliza por problemas particulares de nuestros representantes que no tienen el don de ubicuidad y que no pueden estar en dos lugares a la vez. ¿No será mejor sincerar todo de una buena vez y cerrar el Congreso durante dos meses? ¿Cuánto dinero se ahorraría el Estado? Por Guillermo Arellano
Congreso en tiempos de campaña: plata perdida y poca productividad
Ya que estamos en tiempos de transparencia, probidad y buenas prácticas, llegó la hora de plantear algunas verdades en lo que respecta al ejercicio de la función parlamentaria.
Primero, en tiempos de campaña electoral, como sucede cada cuatro años cuando elegimos Presidentes de la República, senadores, diputados y consejeros regionales, lisa y llanamente no se trabaja o se trabaja muy poco.
La evidencia quedó a la luz luego que el diario El Mercurio constatara que entre el 21 de agosto, que fue cuando se declararon las distintas candidaturas ante el Servel, y el pasado martes 17 de octubre, fecha de la última sesión en sala de la Cámara Baja, los congresistas solicitaron 134 permisos sin goce de sueldo, seis veces más de lo registrado en 2016.
Por si usted no lo sabía, las bancadas de todos los partidos (Nueva Mayoría, Chile Vamos, Frente Amplio e Independientes) aprobaron el año pasado, y sin reparo alguno, el aumento de 4 a 29 días de autorización para ausentarse del trabajo con el consecuente descuento por planilla (cerca de 110 mil pesos por día).
Por lo mismo, si el diputado y candidato a senador Gustavo Hasbún (UDI), a la fecha, ha pedido diez días sin recibir remuneración, la merma para su billetera es de 1 millón 100 mil pesos.
La dieta de los honorables asciende a los $6.657.000, pero resulta que el exalcalde de La Florida y Estación Central llegó a Valparaíso en 2010. Por lo tanto, es claro que dispone de un patrimonio que le permite solventar este tipo de rebajas.
Casi pasa por gasto de campaña, recado que queda también para los diputados José Manuel Edwards (exRN), Ramón Barros (UDI), Alberto Robles (PR), Sergio Gahona (UDI), Fuad Chahín (DC), René Manuel García (RN), Romilio Gutiérrez (UDI) y Joaquín Lavín (UDI), quienes solicitaron el mentado permiso en 8, 5 y 4 días, respectivamente.
Lo obvio es decir que los señores honorables están más preocupados de sus respectivas reelecciones que de legislar. Por lo mismo, hay sesiones en sala y de las distintas comisiones que no pueden realizarse por falta de quórum. O sea, proyectos de ley que no se tratan, discusiones que quedan pendientes y votaciones que no se efectúan.
En suma, un país que se paraliza por problemas particulares de nuestros representantes que no tienen el don de ubicuidad y que no pueden estar en dos lugares a la vez. ¿No será mejor sincerar todo de una buena vez y cerrar el Congreso durante dos meses? ¿Cuánto dinero se ahorraría el fisco?
Alberto Precht, director ejecutivo de la fundación Chile Transparente, propuso crear la figura del “parlamentario suplente” que se haga cargo de los temas que el congresista no pueda tratar mientras está en campaña.
Preguntas de rigor: ¿quién elige al suplente, el propio senador o diputado, el partido o el ciudadano a través del voto? ¿Cualquiera puede ser suplente, léase el hermano, el asesor, el periodista o un amigo del legislador? Si ya es enredado para la gente votar por un candidato, dentro de una papeleta en formato sábana con decenas de postulantes, ¿se imagina ahora sumarle un suplente?
De forma populista, el diputado y presidenciable José Antonio Kast (exUDI) anunció la donación de su sueldo a diez fundaciones mientras dura la campaña (cinco millones de pesos a repartir). Se dice populista porque la verdadera beneficencia se hace en silencio y de forma anónima, sin prensa, sin aspavientos y sin soberbia.
Raya para la suma: falta un reglamento del segundo poder del Estado que se ajuste a la realidad y no al deber ser que nunca se cumple. Si se puede sesionar de lunes a jueves y ya existe una semana al mes dedicada al contacto con el territorio, ¿por qué no ajustar al calendario para los tiempos de campaña?
Son los vicios de una transparencia total que a los protegidos de siempre les da vergüenza, pero que igual disfrutan y gozan el silencio.