Oh I'm just counting

La pregunta del millón: ¿sirve o no sirve hacer actos cierre de campaña presidencial?

Este jueves se realizarán los cierres de campaña de los candidatos presidenciales Sebastián Piñera y Alejandro Guillier. El primero lo hará en el Teatro Caupolicán, el segundo en el Paseo Bulnes, casi a la misma hora y a poco menos de diez cuadras de distancia en pleno centro de Santiago.

Más allá de los posibles incidentes que ojalá no se produzcan entre los seguidores y fanáticos de uno y otro abanderado, vale la pena hacerse la pregunta sobre la utilidad o inutilidad que genera organizar este tipo de eventos.
 
Si es por demostrar arrastre popular, ni el Caupolicán ni el Paseo Bulnes dan garantías de aquello. En el recinto de la calle San Diego no caben más de cinco mil personas, mientras que en la peatonal que está en el frontis de La Moneda, a causa de su estrechez, se verá una gran cantidad de público, lo que no es equivalente a que haya una multitud congregada allí.
 
Lejanos son los tiempos cuando se hacían concentraciones que copaban calles y avenidas para apoyar a los candidatos. La recordada “Marcha de la Patria Joven” liderada por Eduardo Frei Montalva, en los años 60, convocó a más de un millón de personas en todo el país. Además, antes del retorno a la democracia, tanto en la campaña del “No” de 1988 como en la primera elección presidencial de 1989, con Patricio Aylwin a la cabeza de la naciente Concertación, los respectivos actos finales congregaron a millones de chilenos.
 
 
Mención honrosa para la derecha, que con su candidato Hernán Büchi, logró llenar el Estadio Nacional de Ñuñoa.
 
En 1999 se vivió la última competencia de peso entre dos candidatos, donde tanto Ricardo Lagos como Joaquín Lavín mostraron clamor ciudadano en sus actividades de cierre, tanto de primera como de segunda vuelta.
 
Y después sería… más allá de que Sebastián Piñera en 2009 y Michelle Bachelet en 2013 llenaron de color los recintos donde realizaron sus cierres de campaña, Movistar Arena y Court Central del Estadio Nacional, respectivamente.
 
 
Entre medio, tanto el movimiento estudiantil de 2012 como la agrupación “No + AFP” en 2015 trajeron de vuelta a las masas, lo que no implicó un trasvasije de ciudadanos hacia los partidos políticos (nuevos y antiguos) y sus postulantes a cargos de elección popular, lo que quedó demostrado en el complejo proceso de refichaje y constitución que se realizó en estos últimos meses.
 
Raya para la suma: Piñera y Guillier darán sus discursos finales en dos actos con sus militantes más cercanos y sin el simple hijo de vecino que llega por las suyas. Es el signo de los tiempos, donde importa más viralizar el mensaje por las redes sociales y virtuales que provocar esa emoción que provocaban los líderes de antaño.
 
Veremos si las nuevas generaciones logran el milagro en cuatro años más, aunque lo poco que convocaron en sus registros de militantes indica que el panorama no será muy halagüeño que digamos.