El presidente del Senado, Carlos Montes (PS), lo aqueja una preocupación más allá de la coyuntura, que es el futuro de la democracia en un ambiente mundial y regional tan convulsionado que ha derivado en el resurgimiento de los nacionalismos.
En ese marco critica al gobierno de Piñera, porque en este primer año no abrió los canales de diálogo que anunció, ni ha enviado propuestas estructurales.
Por ello, sostiene, su evaluación ciudadana ha descendido: “Se ve en las encuestas que la gente esperaba más de este gobierno: mejor resultado económico, que se notara en su vida, y en seguridad, porque eso dijo en campaña. Él hizo un ataque muy fuerte al gobierno anterior y generó la sensación de que bastaba que llegara para que todo se transformara”, remarca al diario Pulso en una entrevista.
¿Cuál es el punto más bajo que observa en el Gobierno?
-De repente ellos se sienten demasiado capos, teniendo respuestas para todo, y aparecen con medidas poco reflexionadas, y en este caso de Carabineros ha faltado una respuesta más moderada, modesta. Se enredaron, porque el problema era muy complejo, y no bastaba con la estrategia de Piñera de los manotazos, de sacar a toda la jefatura, y eso provocó cierto desgaste y distancia con la ciudadanía.
¿Cómo calificaría la relación gobierno-oposición este año?
-Estamos en un momento en que hay que tener una mirada más amplia, no solo de coyuntura, como es lo que consume a este estilo de gobierno. Chile requiere entendimientos de largo plazo, pero para empezar a conversar se necesita respeto y el Presidente ha faltado el respeto a los que piensan distinto a él.
Hablar de antipatriotas o que la izquierda promete el paraíso y termina en el infierno, ¡pero imagine a un Presidente con esos dichos!; y después dice “quiero que todos conversemos”.
¿Cuesta sentarse después de eso?
-El que permanentemente descalifique lo que se hizo antes, y aparezca él con todas las varitas mágicas para resolver los problemas -lo cual no ha ocurrido-, obviamente lleva a que el espacio de diálogo sea limitado. Nosotros necesitamos una visión de largo plazo que no busque ventajas pequeñas ni frases grandilocuentes, no se ve una disposición genuina al diálogo. Además, en lo más inmediato, es legítimo que en una democracia haya diferencias, pero según él quienes se suman a sus proyectos son los buenos, y los otros, los malos; eso es un enfoque bastante contradictorio con su llamado al diálogo.