Oh I'm just counting

Coincidencia. Por Jorge Orellana Lavanderos: Ingeniero, escritor y maratonista Parte III

Lectura de foto: Acepto este desafío porque aquellos que queremos transitar en paz y queremos transformaciones profundas  somos muchos más que quienes creen en la violencia

El sábado, después del viernes en que la Presidenta del Senado anunciaría su interés por competir para presidir el país, al entrar a la casa de Marcial, se sorprendió Simón de la gran cantidad de libros que cubrían los muros del cuarto, como si éstos no hubieran estado la vez anterior. Impresionado, se acercó y abrió uno en una página cualquiera, y surgió amedrentadora la imagen de una bruja ante un niño, y lo asedió un recuerdo...

-Cuando era niño- musitó, me angustiaba pensar que como en los cuentos, una hechicera vendría a convertirme en animal, y sin desprenderme de esa condición ni poder intervenir, paralizado, solo atinaba a observar. 

-¡Es mi sensación de ahora!- replicó el viejo. La magia de la tecnología y la innovación me han convertido en un trasto, y aunque el mundo sigue en giro, mi participación ya no cuenta. Si pudiera, le rogaría a tu hechicera que acudiera para transformarme en pájaro...      

 -¿Leyó todos estos libros?- inquirió curioso Simón, luego de un rato.  

-No, ¡Nunca podré leerlos todos!-, aceptó con amargura. Pero están y me acompañan. Son como un amigo al que no veo a menudo pero que tiene la virtud de estar cuando lo necesito; y cuando pasa mucho tiempo antes de que vuelvo a verlo, más me regocijo del reencuentro. Me ocurre igual con los libros –se detuvo, temiendo aburrir a Simón, pero viéndolo atento se animó a seguir-. Si no tengo nada para consultar en un libro, me basta su presencia y el placer de poseerlo. Viejo y ciego, Borges ya no los leía, pero disfrutaba igual de su compañía.   

-¿Cuál es el sentido de la vida?- se aventuró de súbito Simón, que inquieto, intentaba desnudar el pensamiento de Marcial. 

-¡Vaya pregunta!- reaccionó el viejo quitándose la molesta humedad de los ojos. Sospeché que vendrías y compré esta botella –agregó ladino, quitándole el corcho-. Es más fácil responderte con algo de esto en el cuerpo -añadió, cuando el reflejo del último rayo de sol huía raudo, como si fuera atrasado, cayendo oblicuo tras el cristal del poniente.

-Entonces- dijo el muchacho, cuénteme antes su opinión sobre la respuesta de ayer, de la Presidenta del Senado.

-¡Se equivocó!- aseguró Marcial. Tuvo su primer desliz. Accedió al desafío y aceptó competir, pero añadió que acataría la resolución que la dirección de los partidos determinara, es decir, se sometió a la cúpula, sin exhibir el liderazgo que la ciudadanía le exigía, y lo peor, no dejó la Presidencia del Senado. Fue: ¡Categóricamente ambigua! No fijó reglas claras ni se quitó la corona, y mantuvo sus privilegios ¿Puede decirse que correrá sin ventajas? ¡Mal augurio! Con la luz de sus convicciones un líder ilumina el camino sin pedir lumbre a sus bases ¡Mal presagio!

-Como ocurre en política-, agregó eufórico el joven, su traspié potencia a su competidor. Buen augurio para nuestro candidato.  

-¿¡Qué dices!?- preguntó Marcial asombrado. ¡No te equivoques!

-Pensé que teníamos el mismo candidato- replicó desconcertado el joven, y dudó… ¿Cometerá la inmoralidad de voltearse la chaqueta?

-Parece que no fui claro, tenemos que hablar- dijo el viejo acercándole una copa. Nuestra coincidencia fue fortuita; reconozco que el temor me hizo rechazar un sistema en el que no creo, pero, teniendo otra opción, mi voluntad cambia. ¿No es eso la política? ¿Por qué habría de ser calificado de inconsecuente? Avanzó luego hacia un estante y tomó un libro que leyó en una página marcada previamente.

-El pintor se sitúa en el valle para observar la composición de un cerro, pero al contrario, solo desde la altura puede apreciar la naturaleza del valle. ¿Me entiendes? Para conocer el espíritu del pueblo se requiere ser príncipe, pero solo puede reconocer a un príncipe quien ha pertenecido al pueblo. Tu candidato -por quien voté con dificultad- desconoce ciertas materias, pues pasó directamente de la mesada familiar al contundente sueldo de un legislador. ¿Sabrá de la odisea de un poblador por llegar a fin de mes? ¡Lo dudo! Mi nuevo candidato en cambio, padeció esa dolencia.

-¡Salud don Marcial! Usted discrimina, algo bastante común en la gente que apoya a su candidato- y lanzando una risotada, bebió un largo sorbo.

-Puede que algo de razón tengas, pero…, Si contraes matrimonio o vas a iniciar una larga relación con alguien, es prudente esmerarse en conocer a esa persona, y aquello no es posible con candidatos que no se dirigen a ti con franqueza y que solo subrayan sus méritos. No te dejan otra opción que elegir de acuerdo con tu percepción sobre sus historias y debes dejar el asunto a la intuición, con el riesgo que incluye una decisión emotiva.   

-No veo gran diferencia entre ellos, lo que veo es que difieren en la gente que los acompaña, hay cierta similitud entre ellos: ¡Plan Universal de Salud! Eso, don Marcial, era un logro impensado hasta hace un par de años y hoy es algo esperanzador porque devuelve dignidad. Ya hablaremos de política, me interesa mucho, pero contésteme ahora la pregunta pendiente: ¿Cuál es el sentido de la vida? –dijo, jugueteando con la copa.

-¡Seré claro! El sentido que pretendes de la vida ¡No existe! La vida es un contrasentido, que dedicas a la eterna persecución de la felicidad, algo que se hace inalcanzable. El conocimiento, te permite escudriñar en la alacena de las almas, pero al hurgar te encuentras con algo que te horroriza, y solo la sabiduría viene a socorrerte del inacabado dolor que te abruma.

-¡Tanto pesimismo! Me hace mal. Debo estar optimista y jamás perder la ambición- replicó Simón afligido. Las miserias de mi vida son algo a lo que no me resigno y que debo superar.  

-Tú preguntaste y yo he contestado lo que he aprendido de la lectura de los libros que aquí ves. ¡Pero cuidado! ¡Sin esfuerzo, nada se logra en la vida! Escucha: durante la metamorfosis, cuando crecida, teje la oruga una alfombra de seda sobre una hoja, ella se retuerce y endurece formando la crisálida, en la que surge una pequeña grieta de la que emerge la mariposa. Se aferra y rompe la cáscara, y sus alas arrugadas se secan y se abren, y la sangre fluye por el cuerpo del insecto, que está listo para el vuelo. El esfuerzo para destruir la grieta abierta en la crisálida y el ejercicio para que sus alas se sequen y sus patas se desplieguen es lo que le permite volar. Si para facilitar a la mariposa el duro comienzo de su vida, destruyes la crisálida, no acelerarás el proceso, porque la falta de fuerzas provocará la muerte del insecto. ¿Me entiendes muchacho? ¡El esfuerzo es la clave de lo que somos y hacemos! Sobran mariposas bellas y frágiles pero faltan crisálidas que nos den ejemplo de esfuerzo y superación.  

-¿Piensa que no estoy preparado para surgir en la vida?

-No, pero debes ser consciente de que para proponerse llegar a un estado, se requiere de un esfuerzo proporcional. Egresaste y has dado tu examen de grado. ¡Estás listo! ¡Planifica tu vida y aprovecha tu tiempo! Sin caer en la detestable vida rutinaria, busca en la rutina del rigor, la riqueza que te lleve a cumplir los seductores sueños que pueblan tus convicciones. 

-El relato de la oruga, al pensar en mi propia suerte, me ha conmovido. Sí, debo planificar.

-¡La vida es conmovedora!-. A tu edad, hay tanto por hacer, y la estimulante posibilidad de llegar a donde quieras, sin más límites que los de tu cerebro y el tiempo, porque a ese, nadie le gana. ¡Estigma de los viejos!

 -¿Nunca pensó en escribir?- lo interrogó emocionado.

-¡Qué preguntón eres Simón! y cómo admiro, y cuanto amo esa inquietud, pues, cuando se posee el desasosiego de situar la verdad en tu corazón, una fuerza te insta a superarte, hasta que descubres el origen de la convicción que se opone a la tuya; y… ¡Ese es el milagro!… Sí, una vez quise escribir.