Oh I'm just counting

Editorial Cambio21: Lo que fue y lo que viene para el 14 de diciembre

Las democracias mejoran en la medida que las élites hacen adecuadas lecturas de los procesos electorales, especialmente cuando aparecen 13,2 millones votando, de los cuales 6,0 millones no habían participado en las elecciones presidenciales y parlamentarias del 2021.

Los resultados muestran que estamos frente a un Chile distinto al de 4 años atrás, no sólo por el voto obligatorio sino por el mayor desencanto con las élites, con un estancamiento económico preocupante que se traduce en mayor desempleo e informalidad laboral, con una inseguridad en los barrios nunca vivida, que se traduce en porcentajes importantes que votan por nuevas coaliciones políticas y nuevos liderazgos que proponen volver al orden o a la recuperación de la economía con más oportunidades a los emprendedores.

De ese punto vista el primer gran derrotado del domingo es el gobierno de Boric ya que las mayorías prefirieron alternativas críticas al continuismo gubernamental, lo que fue acentuado por la competencia de las candidaturas que competían por la hegemonía opositora.

La sorpresa fue el candidato outsider el 2021, Parisi, que en esta campaña remarcó su independencia radical (“ni facho ni comunacho”) y que nuevamente sorprende al mundo político tradicional con un 19% de la votación -en 2021 llegó a 12%-, que se ha convertido en el gran ganador de las elecciones ya que fue ignorado por las encuestas. Parisi parece interpretar mejor a este nuevo chileno (el hijo de los años de la Concertación) que no cree en nada sólo en él, que no quiere ser funcionario sino emprendedor, que espera que las autoridades estén a su servicio, que no se llenen de “apitutados” sino de gente que “haga la pega”; que se informa por los influencers en redes sociales y que ama el éxito individual.

Es un electorado que desconfía de las élites tradicionales, más meritocrático, que probablemente es hijo de familias que votaban Concertación, pero que se decepcionaron.

En el período anterior PDG eligió 8 diputados y que se terminaron destruyendo en querellas internas y hoy eligieron 14 diputados que se convierten en los factores decisivos para dar gobernabilidad en la Cámara de Diputados, aunque algunos esperan que termine diluyéndose, pero pareciera que no ocurrirá tan fácil como sucedió en la legislatura anterior.

Mirando los resultados parlamentarios es bien sorprendente que la candidata oficialista Jeannette  Jara haya obtenido entre 10 a 11% de votos menos que las listas parlamentarias en diputados y senadores que tuvieron 37,5% de los votos en diputados y 36% en senadores, revelando además, que estamos frente a un electorado más pragmático, menos ideologizado y que puede en un mismo evento electoral votar por candidaturas de distintos signos políticos, lo que importa en el nuevo electorado es “la sintonía emocional” o sea que represente sus anhelos y sus rabias en el espacio público y pasa a ser secundario el tema de las adhesiones ideológicas o partidarias.

Este nuevo electorado ya no es seducido por los partidos, sus líderes perdieron la épica de la lucha antipinochetista y a 35 años de su derrota hay un electorado joven que añora el orden autoritario porque empieza a decepcionarse de la democracia y este mundo pareciera no darse cuenta de los riesgos que empiezan a instalarse en la sociedad chilena.

Eso explica el cambio de hegemonía en las derechas donde la ultraderecha de Kast y de Kaiser terminan desplazando a los partidos tradicionales de derecha (UDI y RN) y el electorado deja a Matthei en un triste 5º lugar -cuando hasta el mes de mayo ella encabezaba la carrera presidencial-.

En el caso de la centroizquierda hubo una leve diferencia a favor del polo socialdemócrata como fuerza mayoritaria frente a la votación PD y Frente Amplio que muestra un escenario más competitivo hacia el futuro.

Pero claramente los partidos tradicionales que dominaron la escena política sin contrapesos hasta 2010 empiezan a vivir su ocaso y su falta de apoyo social producto de estos cambios culturales que están ocurriendo.

Otro cambio del escenario es que la influencia del dinero ha bajado en las campañas electorales ya que la candidata Matthei es la que reunió más recursos económicos y solo obtuvo un 5º lugar en la carrera presidencial, lo mismo pasa a nivel parlamentario. Las candidaturas que manejan muchos recursos económicos no son las más votadas, hoy importa más el relato y la conexión emocional.

Para la segunda vuelta la candidatura Jara muestra un estilo tradicional, insiste en sustentarse en los parlamentarios electos a nivel regional; no se hace cargo de la crítica social de ser una militante de un partido tradicional como el comunista cuya desconfianza se ha acrecentado y que en la elección de diputados solo obtuvo un 5% de la votación. Tampoco pone énfasis en lo programático y su agenda de crecimiento económico y más seguridad.

La candidatura Kast busca no cometer errores y evitará los foros o debates para no exponerse al examen de sus propuestas que son bastante preocupante como es el recorte del gasto social en US$ 6.000 millones.

Veremos si en la carrera al 14 de diciembre se empezó a hacer el aprendizaje de lo que vimos en esta elección del domingo pasado.