Supongamos que tenemos un enemigo o Ejército externo o también terroristas que quieran afectar el normal funcionamiento del país para afectar al Gobierno de turno o para hacer otras acciones que conlleven terror: Con una pequeña bomba bien colocada en un despoblado territorio de no más 100 metros cuadrados y dejo sin luz a ¡ 19 millones de chilenos y chilenas !
Ese lugar despoblado está ubicado en las afueras de la comuna de Freirina, y se llama Pan de Azúcar. La casa más cercana a esta subestación de electricidad está a un kiómetro. Está entre cerros y en el desierto de Atacama. No tiene personal armado que vigile el lugar ni menos carabineros que están en la pequenisíma comuna de Freirina.
No es que estemos dando ideas al supuesto enemigo externo o a grupos terroristas. Pero fue en ese lugar donde se produjo la falla que dejó sin suministro eléctrico a más de 19 millones de personas. Así de sencillo.
Este martes desde las 15,16 horas nuestra vida cotidiana se vio alterada para la inmensa mayoría de los chilenos/as.
Se generó un corte del servicio eléctrico desde la región de Arica hasta Los Lagos que impactó a millones de chilenos/as, de una magnitud de 8 horas en la región Metropolitana y hasta 20 horas en la región de Atacama.
Con el pasar de las horas las oficinas públicas y privadas eran evacuadas, no funcionaba el Metro, el transporte público de superficie estaba colapsado, las principales calles estaban llena de peatones caminando hacia su hogar, la telefonía celular se cayó y las familias quedaron incomunicadas, en Viña se suspendió la tercera jornada del Festival, los padres corrían a buscar a hijos/as al jardín y -por suerte- a los pocos colegios en clases, la autoridad decretaba Estado de Emergencia y toque de queda a las 22 horas para resguardar la seguridad de las personas.
En esas horas lo principal era superar la emergencia, había que reponer el servicio eléctrico, el país sufría la incomunicación y estaba completamente paralizado hasta las 22,30 horas en que empezó la reposición del servicio eléctrico y de internet en varias regiones del país y que está culminando hasta pasado este mediodía de miércoles en la región de Atacama.
Pero claramente este episodio mostró la aguda vulnerabilidad del país con su sistema eléctrico, una falla producto de “una operación no deseada” en los sistemas de protección de una línea de transmisión (20% de la electricidad que se consumía en ese momento) y la recuperación tardó horas -mucho más de lo previsto- por la caída del sistema de control y las fallas de los planes de recuperación. De acuerdo a la normativa debemos esperar el informe del Coordinador Eléctrico Nacional sobre los incumplimientos normativas ocurridos en este episodio, pero sin duda lo relatado revela la vulnerabilidad que comentamos y que no puede seguir negándose.
Falla una empresa de capitales colombianos (ISA InterChile) y el sistema eléctrico colapsa, más de 8 millones de hogares sin luz, cae también la telefonía celular al quedar sin energía las antenas de esos aparatos, no hay transmisión de datos ni menos telefonía, Chile se transforma en un país incomunicado, la cotidianeidad se ve completamente alterada y las respuestas de la autoridad son esperar que se recupere el servicio entregado por empresas privadas, que carecen de incentivos para dar una buena calidad de servicio.
Además, el servicio eléctrico en el último semestre tuvo una alza tarifaria brutal -alrededor del 60%-, la última fue en enero del 10% que explica el actual rebrote inflacionario y el país se merece un servicio eléctrico de mayor calidad que claramente no se tiene.
En agosto pasado tuvimos un corte de luz producto de los fuertes vientos donde se anunciaron evaluación de concesiones, duras multas a las empresas distribuidoras del servicio eléctrico y nada de eso ha ocurrido. Sólo frases altisonantes y amenazantes, pero nada por parte de nuestras altas autoridades.
El subsidio a las familias vulnerables que estará vigente hasta 2027 ha tenido una lenta tramitación legislativa por el inusual lobby de estas empresas que se resisten a que se ajuste “su sobre renta” y que con esa disminución se financie parte del subsidio a las familias vulnerables.
Es un sector prisionero de un ideologismo extremo desde que se privatizó en los años 80’, donde a los actores privados no se les puede cambiar la modalidad regulatoria, ni tampoco “una sobre renta” que fue mal diseñada, ni tampoco el Estado tiene herramientas reales para fiscalizar y sancionar adecuadamente la mala prestación de los servicios eléctricos.
Post apagón la candidata presidencial de Chile Vamos sale a defender a las empresas eléctricas privadas señalando que ha sido la burocracia estatal la que ha impedido la construcción de nuevas líneas de transmisión, aunque revisando los datos del Servicio de Evaluación Ambiental revelan que la autorización en proyectos de energía ha crecido 33% entre 2022-2024 en relación a los 3 primeros años de la administración Piñera.
Por su parte el presidente Boric reitera su indignación, pero ya sabemos que eso parece más una perfomance que una acción política que coloca foco en sancionar a las empresas eléctricas que generaron esta precariedad y vulnerabilidad por la falta de actualización de sus planes de protección de la transmisión y de la recuperación.
Chile se merece otro debate de como superamos las vulnerabilidades del sistema eléctrico y en telecomunicaciones, como se sale de este debate estéril e inconducente de defensa de la privatización y de promoción de protagonismo de empresas públicas, como se actúa con realismo y se construye un real mecanismo de colaboración público-privado, donde autoridad pública no es un simple espectador de lo que hacen e informan los privados.
Se requieren más inversión en infraestructura energética (líneas de transmisión y almacenamiento, por ejemplo), nuevas exigencias en materia de calidad de servicio a las empresas distribuidoras, revisar los incentivos a las empresas renovables para tener una transición energética justa para los consumidores; entonces debiera construirse una Agenda transversal con medidas remediales para superar la incuestionable vulnerabilidad eléctrica que nos develó este Mega apagón.
Es hora de hacer políticas serias y de verdad mejorarle la vida cotidiana a las familias chilenas que no pueden vivir la precariedad sufrida con el apagón del 25 de febrero a dos días de conmemorarse los 15 años de uno de los terremotos más grandes de la historia como el ocurrido el 27 de febrero de 2010.