Oh I'm just counting

Malo de verdad: Netanyahu reconoce lo que negó por años. Financió a grupo violentista Hamás para dividir la causa palestina. Esto recién comienza...

El primer ministro de Israel, el extremista de ultra derecha, Benjamín Netanyahu, ha reconocido lo que ha negado con vehemencia durante años: que su Gobierno permitió financiar con millones de dólares a Hamás, transferidos desde Qatar, para dividir a las facciones que participan en la causa palestina. “La política que condujo a permitir a Catar transferir dinero a Gaza se aceptó por unanimidad en el gabinete de seguridad”, ha asegurado en la primera rueda de prensa que concede en cinco meses, antes de añadir, sin rodeos: "¿Por qué se hizo? Porque queríamos mantener divididos a Hamás y la Autoridad Nacional Palestina (ANP)”.

"La transferencia del dinero a Hamás se transfirió por recomendación del Shin Bet y el Mosad. Hubo muchas discusiones al respecto. Fue una pequeña parte, un pequeño porcentaje” de la financiación del grupo islamista, ha señalado el mismo Netanyahu que hasta ahora definía como "ridículas" toda insinuación de que Israel financiaba a Hamás. 

No obstante, Netanyahu mantiene que la mayor parte de los fondos que se emplearon para la financiación de Hamás provenían de "Irán, organismos internacionales y la Unión Europea" porque, tal y como ha señalado, "el dinero catarí era escaso y no se destinó a eso", en una alusión a los atentados del 7 de octubre que propiciaron hace siete meses la ofensiva militar de Israel sobre Gaza, donde ya han muerto más de 53.000 palestinos.

Nuevo varapalo judicial para Netanyahu

El sorpresivo dato de Netanyahu, por otro lado, ha coincidido con un nuevo revés judicial que le afecta de forma directa. El Tribunal Supremo de Israel ha dictaminado este miércoles que la destitución del jefe del Shin Bet, Ronen Bar, fue ilegal. Los jueces han concluido que el primer ministro israelí incurrió en un "grave conflicto de intereses" al apartar de su puesto al máximo responsable del servicio de inteligencia que, precisamente, estaba al frente de una investigación por presunta corrupción conocida como Qatargate. "La decisión se tomó sin fundamentos y sin celebrarse una audiencia”, ha señalado las sentencia.

El Qatargate es una investigación abierta por los servicios de inteligencia en Israel que vincula a dos asesores de Netanyahu con una presunta trama de pagos del Estado de Qatar para blanquear su imagen dentro del país mientras trabajaban para el Gobierno. Según la prensa israelí, los implicados habrían recibido dinero del emirato para influir en medios y promover una narrativa favorable a Doha, tanto durante la guerra de Gaza como desde el Mundial de 2022. El caso apunta también a que esa red de influencias pudo haber condicionado decisiones del primer ministro, entre ellas el aval a transferencias millonarias desde Catar a Gaza que acabaron, en parte, en manos de Hamás.

Poco después de conocerse la resolución, Netanyahu ha cargado contra el Supremo y lo ha desafiado, anunciando que se nombrará igualmente a un nuevo director del Shin Bet, pese a que el alto tribunal había suspendido en múltiples ocasiones la destitución de Bar. "Es una decisión vergonzosa que perjudica a la democracia y a la seguridad nacional”, ha dicho el primer ministro antes de volver a arremeter contra la fiscal general del Estado, Gali Baharav Miara, a la que acusa de actuar por motivaciones ideológicas: “Ella es la que tiene un conflicto de intereses. Es como un camello que no se ve la joroba”, ha declarado.

El primer ministro israelí ha justificado todo este tiempo que la salida de Ronen Bar de la dirección del Shin Bet se debía a fallos de seguridad previos al atentado del 7 de octubre. Sin embargo, el exjefe de los servicios de inteligencia negó esa versión y denunció que su destitución respondía a una presión directa ejercida por el primer ministro, que le exigía “obediencia total” ante el poder judicial en plena crisis institucional.

Desde la oposición y buena parte de la ciudadanía, se ha interpretado el despido de Bar como una represalia por haber investigado la supuesta trama de financiación irregular que podría salpicar directamente a Netanyahu. El caso, lejos de cerrarse, sigue sumando capítulos en plena escalada de la guerra con Gaza.