Oh I'm just counting

Presupuesto o propaganda: el país de fantasía de Boric. Por Ricardo Rincón González, Abogado.

La cadena nacional para presentar el proyecto de Presupuesto debió ser un ejercicio de realismo y responsabilidad. Sin embargo, lo que vimos fue otra pieza de campaña del Presidente Gabriel Boric. Un relato épico, con cifras maquilladas y promesas de futuro, que más se parece a un estado de país irreal que a la dura situación económica que viven millones de familias chilenas.

El Mandatario anunció con tono triunfal que el gasto público crecerá 1,7% el próximo año, con un déficit fiscal de 1,1% del PIB. Pero el telón de fondo es otro: deudas crecientes del Estado que se reflejan en la dramática alza de pacientes en listas de espera de salud, retrasos en la entrega de viviendas y un endeudamiento nacional que amenaza con superar los umbrales de prudencia definidos por el propio Consejo Fiscal Autónomo.

Mientras Boric insiste en que ha “fortalecido la seguridad pública, social y económica de la familia”, los datos lo contradicen. La delincuencia crece, la pobreza medida con criterios más realistas se triplica, y el desempleo en mujeres sigue rondando el 10%. Lo mismo ocurre en vivienda, donde el déficit real supera ampliamente las metas del plan de emergencia habitacional. La distancia entre discurso y realidad es un insulto para quienes esperan respuestas concretas y no relatos de campaña.

Más aún, el Presidente utilizó el espacio para atacar propuestas de sus adversarios políticos, calificando de “irresponsable” cualquier recorte fiscal sin decir de dónde saldrá el ajuste. Lo paradójico es que su propio gobierno no ha presentado un plan robusto y creíble para enfrentar el desbalance fiscal, salvo seguir endeudando al país y mantener glosas de gasto discrecional que ahora, para la próxima administración, pretende eliminar.

No es primera vez que un presupuesto se discute en año electoral. Pero es la primera vez en décadas que un Mandatario lo usa de forma tan explícita para defender su gestión y proyectarse en el debate político, confundiendo la institucionalidad de las finanzas públicas con la propaganda de campaña.

El problema es mayor: cuando la política se toma las cuentas nacionales, el riesgo no solo es el populismo fiscal, sino también la erosión de una de las pocas culturas de Estado que Chile había logrado preservar: la responsabilidad fiscal.

El país necesita certezas, no fantasías. Necesita un plan serio para reducir la deuda, enfrentar la crisis de seguridad, empleo, salud y vivienda, y volver a crecer al 5% si quiere aspirar a ser desarrollado. Lo que no necesita es un Presidente en campaña permanente, usando incluso el Presupuesto de la Nación como escenario.