“Yo pedí que la despidieran. Yo no sabía que estaba embarazada. Porque la encontré normal, como cualquier mujer. Yo no puedo estar investigando si tiene un mes o mes y medio… A esa niña yo la despedí porque llevaba dos meses que no venía a trabajar y se le estaba pagando. Ese fue el motivo por el cual la despedí. No por la minifalda. Me habría encantado con la minifalda al lado, porque es bien buenamoza...”.
Esas fueron las palabras del alcalde de Ñuñoa, Andrés Zhari en medio del concejo municipal al referirse al despido de una de sus funcionarias quien estaba embarazada. Palabras que obviamente las redes sociales reprodujeron inmediatamente y en las que fue criticado.
Es verdad, estamos viviendo en un mundo en que el acoso sexual se está transformando cada vez más en un tema serio, pero a veces, y estoy segura que no solo es mi opinión, se nos está pasando la mano.
Con esto, quiero dejar en claro que no estoy a favor de los casos crueles, devastadores y aborrecibles que se han revelado, al contrario, pienso que con esa clase de hombres la justicia no debería de tener piedad.
Pero, a veces "nos vamos al chancho". Si bien hay ciertos “gritos”, “piropos” y “palabras” que como mujeres nos sentimos vulneradas, y nos hacen sentir como objeto y con el impedimento de seguir usando falditas o escotes, también es cierto que hay otros que son bienvenidos, porque hay que reconocer que alguien te diga “que linda te ves” o “me gusta cómo te queda ese color”, siempre es bienvenido y nos sube el ánimo y el ego.
Los roces en el Metro son asquerosos. No lo podemos negar. Pero no podemos evitar que alguien nos mire en la calle, o en la micro o donde sea, sobre todo cuando andamos bien arregladas, porque muchas decimos “me visto para mí”, pero lo cierto es que lo hacemos para que nos miren, para que nos halaguen, para lo que uno estime conveniente...¿y eso es pecado acaso?
El pecado radica cuando se sobrepasan, nos toquetean como si fueramos un producto en liquidación. Nos gritan frases burdas, nos miran el escote con una intensidad que llega a sonrojarte de vergüenza. Ahí es cuando el pecado existe, pero de parte de quienes hacen todos estos actos. No debemos sentirnos culpables por como vestimos, maquillamos o caminamos, el mal radica en el resto que se siente con el derecho de mirarnos con deseo o toquetearnos o decirnos al oído algo impropio.
Cuando nos obligan a cómo vestirnos… también en ataque
Ahora, se han sabido casos de despido y de minutas raras en que nos exigen como vestirnos. Sabemos que como trabajador el deber principal es ir presentable, sea cual sea el trabajo. Aunque la exigencia entre sexos cada vez es más notoria hacia la mujer. Por un lado te piden maquillaje, pero no tanto, que vayas con vestidos en verano pero no cortos, que te sientas cómoda pero sin mostrar tanta piel. En cambio para ellos no existe tanta exigencia, es más en algunos casos casi ninguna.
Un ejemplo, pues tenemos varios y algunos muy claros. En el 2010 bajo la administración del gobierno de Sebastián Piñera, y mientras el Servicio Nacional de la Mujer reducía en un 30 por ciento su equipo, la entidad, dirigida en ese entonces por la ministra Carolina Schmidt, "implementó una capacitación para sus funcionarias con motivo del Día de la Secretaria, celebrado el 3 de diciembre". La actividad, según comentaron varias de las asistentes, fue una capacitación sobre cómo maquillarse y una asesoría de vestuario.
Pero no fue la única vez que algo así pasaba en el Sernam. Pues, un documento sobre la apariencia de las mujeres levantaba una vez más la polémica sobre el cómo deberían lucir las mujeres, aquella vez se recomendaba a las que buscaban trabajo. Se les señalaba que debían hacer uso de vestimenta y maquillaje neutro para alcanzar sus objetivos.
La denuncia fue hecha por el Observatorio de Género y Equidad, quien llamó al Gobierno a "deconstruir los estereotipos que la cultura y la sociedad nos han impuesto a las mujeres, no reforzarlos a través de una política pública que favorece la discriminación en el mundo laboral”.
El documento emanado desde el Sernam, se titulaba “Enfrentándonos al mundo laboral” y respondía a material entregado en un taller de capacitación laboral que se impartió y que en ese caso específico contuvo tips sobre vestimentas, maquillaje y peinado e incluso se mencionaron los tipos de cuidado que debían tener la mujer con su cuerpo.
Y seguimos con la lista. En el 2010, se criticó un instructivo para los funcionarios de la Intendencia de Coquimbo, en el documento se le prohibía a las mujeres el uso de poleras straples y con pabilos (tirantes) durante el verano.
Uno de los párrafos indicaba: “por las características climáticas de los meses de verano, se pide a las damas no descuidar la formalidad de la vestimenta, quedando prohibido el uso de poleras straples, sin espalda, con pabilos, faldads extremadamente cortas, short, calzas”.
Es de esperar que estas situaciones no se repitan en la administración de Piñera que está por iniciarse. Sería una nueva falta de respeto para las mujeres chilenas.