Rodrigo Duterte aseguró también que protegerá al policía que asesine a su hijo, si se comprueba la acusación por tráfico de metanfetaminas que pesa sobre él. "Así es mejor, así puedo decir a la gente: 'Sigan hablando, ahí está el cadáver de mi hijo", señaló en un discurso. Nadie parece poder escapar a la brutal justicia del presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, que tras su asunción en 2016 lanzó una sangrienta guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado que ya lleva miles de muertos. Ni siquiera se salva Paolo Duterte, su hijo mayor de 42 años recientemente vinculado a la mafia china.
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