Oh I'm just counting

Terremoto en el equipo económico del Gobierno: cuando ni siquiera la mano dura sirve de algo

Tanto Nicolás Eyzaguirre como Jorge Rodríguez Grossi provienen del “laguismo” más puro, lo que supone acuerdos más que imposiciones y diálogos más que amiguismos. En definitiva, que entre aire fresco a La Moneda. Por Guillermo Arellano

Ninguna salida del equipo económico de un gobierno puede ser una buena noticia mientras hay una campaña electoral en desarrollo.
 
Por eso que más allá de las discusiones que están en la agenda de los próximos meses y de las razones que generaron las partidas de Rodrigo Valdés y Luis Céspedes de las carteras de Hacienda y Economía, las señales políticas hablan de divisiones, descoordinaciones y disputas que solo los más fervientes admiradores del gobierno niegan ante todo.
 
 
Lo peor para la exNueva Mayoría es que ni siquiera la solución viene de la mano de golpes de autoridad como el dado por la Presidenta Michelle Bachelet. Menos con el arribo de dos portentos concertacionistas, como Nicolás Eyzaguirre (que de Educación pasó a Segprés y de Segprés a Hacienda) y Jorge Rodríguez Grossi.
 
Los avances logrados con los proyectos de ley valóricos (aborto y matrimonio igualitario) solo fidelizan los votos de los sectores beneficiados, que están lejos de ser tendencia en el país. Además que la puesta en marcha de los cambios al sistema electoral y la nueva ley de partidos políticos no aseguran ni renovación ni calidad legislativa pensando en la nueva Constitución que se analizará a contar de marzo de 2018.
 
El discurso oficial de Palacio es que no se concibe el crecimiento sin equidad y de espaldas a la ciudadanía. Sin embargo, ese elemento que definió el nacimiento de la Nueva Mayoría después de las movilizaciones estudiantiles fue herido casi de muerte con el “caso Caval”, escándalo que le mostró al país que la igualdad de oportunidades es una utopía que ni siquiera los más utópicos están en condiciones de enfrentar.
 
Con la Democracia Cristiana corriendo en paralelo con Carolina Goic, el eje de izquierda que gira en torno a Alejandro Guillier tendrá que demostrar que la eterna disputa de las dos almas, que volvió a salir a la luz a raíz del proyecto Dominga, no dependía de la postura moderada y de los “matices” de la falange.
 
¿Podrá? Tanto Eyzaguirre como Rodríguez Grossi provienen del “laguismo” más puro, lo que supone acuerdos más que imposiciones y diálogos más que amiguismos. En definitiva, que entre aire fresco a La Moneda.
 
El tema no es menor si uno observa el carácter personalista que ha tomado la actual administración y lo que representa la candidatura de Guillier. Esto es frialdad con los partidos y solo gestos parciales con los aliados.
 
Probablemente el resultado del partido de Chile-Paraguay ya condicionó la opinión pública en el inicio de septiembre, mes que por lo demás trae recuerdos, homenajes, mea culpas, recriminaciones y el gran recreo dieciochero de cuatro días.
 
Raya para la suma: en una campaña que -como todas- importa lo monetario por sobre las consignas ideológicas, la misión del gobierno ya no debe ser terminar bien la pega, sino que preparar una transición pacífica para los que llegan, que por lo demás ni siquiera han tenido que extremar recursos desde el bando opositor.
 
Es más, los propios autogoles de su abanderado generan más riesgo que cualquier otra cosa. Solo por esa simple razón las elecciones de fin de año aún no tienen un ganador fijo. Pero, claro, es da para otra columna.